Un golpe seco minutos después de las seis de la madrugada despertó ayer a varios vecinos del edificio MagnoI del murciano barrio de San Antón. Rosita, una mujer de 37 años que vivía con su madre y su hijo de cuatro años, saltó al vacío con el pequeño en brazos desde un sexto piso. Santi, vecina del bajo, fue la primera que al despertarse y mirar por la ventana vio la trágica escena con la madre y el niño tendidos en la acera sobre un un gran charco de sangre.

Ella fue la que dio el aviso al Centro de Coordinación de Emergencias 112, que de forma inmediata desplazó a varias ambulancias con personal sanitario de la Gerencia de Urgencias y Emergencias del 061 para atender a los heridos, sin poder hacer nada por la madre, que falleció en el acto. El hijo fue trasladado al Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca de Murcia, donde ingresó directamente en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), falleciendo minutos después, tal y como confirmaron los responsables del centro a esta Redacción.

Hasta la calle Huerto Manú de Murcia (parte trasera del edificio hacia la que daba la vivienda de la madre de la fallecida) se desplazaron también varias patrullas de la Policía Local y Policía Nacional, siendo esta última la que se hizo cargo del caso en el que todo apunta a que se trata de un suicidio.

La mujer saltó al vacío desde el balcón del sexto piso, donde residía con su madre desde que volvió de Jaén al separarse de su marido, según indicaron algunos conocidos de la familia.

Los vecinos se mostraban ayer sorprendidos e incrédulos por lo sucedido al tratarse de una familia del barrio a la que conocen desde hace años. Muchos de ellos ni siquieran sabían lo que había sucedido y se enteraron por la prensa, sin imaginar que el lugar del suceso era su propio edificio. La madre de Rosita, Rosa, es una profesora jubilada a cuya casa habían vuelto su hija y su nieto tras regresar de la provincia andaluza a la que se marchó a trabajar con su marido.

Respecto a si había algún signo que diera a entender que la mujer no se encontraba bien, los vecinos consultados ayer coincidían en asegurar que era una chica normal que siempre estaba volcada con su hijo, al que recogía del colegio y con el que siempre pasaba tiempo en el parque. María Ángeles, una de las vecinas de la familia, explicó que «aunque era una chica normal que se esforzaba en saludar de forma cariñosa, tenía algo, como una sonrisa triste», a lo que añadió que estaba como quien no encaja en ningún sitio, en ningún trabajo».

La fallecida no tenía empleo, según explicaron varios conocidos de la familia. Matías, otro de los vecinos del bloque de viviendas, dijo que madre e hijo llevaban viviendo con la abuela desde hace algo más de un año y reconoció que la noticia había conmocionado a toda la comunidad. También se pronunció así Antonio, hermano de la vecina del bajo que dio el aviso al 112 cuando escuchó el golpe, quien señaló que su hermana estaba muy afectada tomando tilas toda la mañana para poder reponerse del susto que se había llevado nada más despertar.

El dependiente de una de las fruterías cercanas al lugar del suceso, Sergio, señaló que los clientes no dejaban de comentar el incidente, «aunque nosotros no hemos visto nada porque hemos abierto la frutería después de que ocurriera y se marchara la Policía». Tampoco vieron nada los camareros del bar que hay bajo el edificio, separado sólo unos metros del punto donde cayó Rosita con su hijo de cuatro años en brazos, ni los trabajadores de un taller cercano. «Se han dado prisa en limpiarlo todo pronto, antes de que pasaran por aquí los niños del colegio», explicaron estos últimos, ya que frente a la acera está el CEIP Federico de Arce.

Desde el Ayuntamiento de Murcia informaron ayer a LA OPINIÓN de que la mujer fallecida en el barrio de San Antón no tenía ningún expediente abierto a su nombre en Servicios Sociales y que no había solicitado ningún tipo de ayuda municipal.