El término ´parricidio´ se acuñó en la época romana y todavía existen dudas sobre su etimología. Lo que sí se ha definido con precisión es su concepto. Este hace referencia a la acción de dar muerte a un sujeto ligado al autor por especiales lazos familiares. Aunque se trata de un delito poco frecuente, el promedio anual de niñas y niños asesinados por sus padres en España asciende a siete casos. A escala mundial, cada año fallecen 200.000 jóvenes como consecuencia de un homicidio. Tanto es así, que el informe ´Violencia juvenil. Función del sector de la salud en la prevención y la respuesta´, elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), establece que este es la cuarta causa de mortalidad entre la población joven.

El más reciente se produjo hace unas semana en Castellón, cuando un hombre mató a sus dos hijas de tres y seis años y, acto seguido, se suicidó.

Estos hechos establecen la necesidad de observar aspectos como la descompensación psicótica, la discontinuación de terapia farmacológica, el desempleo, la red social de apoyo o la ingesta de sustancias tóxicas para discernir las posibles causas de estos crímenes, así como el perfil psiquiátrico de los parricidas. «La investigación de este tema es de suma relevancia tanto para el tratamiento de estos pacientes una vez ocurrido el hecho, como para la identificación y posible prevención de dichos actos», explica Elvira Vague, psicóloga sanitaria especializada en violencia de género.

Las edades prevalentes de los agresores, como indica, están comprendidas entre los 31 y 50 años y, en su gran mayoría, estos suelen suicidarse. «El parricida suele experimentar un cóctel emocional en el que mandan la culpa y la vergüenza, dos de las emociones más destructivas en el ser humano que provocan que estos decidan acabar también con su vida», argumenta Elvira Vague.

Para la psicóloga es fundamental «indagar en las características de los menores y en las circunstancias que rodearon al hecho». Así, el estudio de la conducta criminal en la adolescencia es de vital importancia. De hecho, el doctor David Farrington planteó un modelo explicativo basado en la relevancia de la familia como elemento predictor de la psicopatía. El estudio esgrime que el rechazo parental o las carencias afectivas pueden propiciar el desarrollo de jóvenes con rasgos psicopáticos.

Depresiones graves

Depresiones gravesEl especialista en Psicología Clínica adscrito al Colegio Oficial de Psicólogos de la Región de Murcia, Eladio Rosique Meseguer, ha explicado que los casos de ´suicidio ampliado´, en los que la persona que se quita la vida acaba también con la vida de seres queridos, suelen tener como base «una depresión grave».

Rosique, profesor asociado de psicopatología del Grado de Psicología de la Universidad Católica de Murcia (UCAM), ha contestado de esta forma al ser preguntado por el detonante que puede impulsar a una persona a suicidarse arrojándose al vacío con su hijo, tal y como sucedió ayer en el barrio de San Antón de Murcia. «Con la prudencia debida porque no conocemos los pormenores de este caso tan doloroso, sí que hay que decir que en una parte muy importante de los suicidios tienen como base un trastorno depresivo», ha corroborado Rosique.

Concretamente, explica que el suceso que ha tenido lugar este lunes en Murcia podría corresponderse con un caso de ´suicidio ampliado´ en el que, técnicamente hablando, «el diagnóstico más probable sería el de trastorno depresivo mayor grave con síntomas psicóticos». En este tipo de depresión, Rosique advierte que aparecen los mismos síntomas que en otras depresiones, como la tristeza o la desesperanza pero con la intensidad de síntomas delirantes. Así, explica que un delirio «es un creencia inamovible que distorsiona la realidad hasta el punto de que se llega a contemplar la propia muerte como una liberación y la muerte del ser querido como un acto de amor destinado a ahorrarle a esa persona el sufrimiento futuro».