El Patronato Francisco Franco levantó diversos bloques de viviendas sociales allá por los años 50 en varias zonas de Murcia, entre ellas el barrio de San Andrés, pero, al acabar la dictadura, no se trasladó la titularidad de esas casas a las nuevas administraciones públicas. Hoy, año 2018, el problema sigue coleando. Y afecta a una veintena de familias.

Antonio Gil, portavoz de los vecinos, explicó a LA OPINIÓN que, tras mantener ayer una reunión con «el secretario de la Delegación del Gobierno, que nos ha tratado muy bien», procedió a solicitar formalmente una entrevista con el presidente de la Comunidad, Fernando López Miras. Y es que, comentó Gil, «en la Delegación nos han dicho que el bloque es cosas del Ayuntamiento», una institución que, a su juicio, «pasa de todo», por lo que ha decidió recurrir al jefe del Ejecutivo.

Los vecinos esperan que tanto desde la Delegación del Gobierno («nos han dicho que van a presionar») como desde la Comunidad se inste al Consistorio a buscar una solución para sus pisos, ubicados junto a la estación de autobuses de la capital murciana. Aseguran que el edificio se cae a trozos y que «han puesto una malla para, si cae algo, que no lisie a los peatones», apuntó Gil.

Este vecino, que heredó la casa de sus padres, subraya que el inmueble «está hecho un solar», a lo que añade que las administraciones públicas «se pasan la pelota unas a otras».

«No tenemos ni escritura de los pisos. Sólo los contratos donde pone que pasarían de padres a hijos», hace hincapié.

El suelo donde se levantó el edificio, en los 50, «lo donó Carlos Ferrer» para levantar casas destinadas a familias humildes. «Mi padre pagaba 150 pesetas al mes, 100 de alquiler y 50 para los gastos de materiales», rememora Gil.

En noviembre de 2016, el Ayuntamiento de Murcia anunció que pediría a la Comunidad y a la Delegación del Gobierno disolver el Patronato Francisco Franco y ceder al Consistorio las viviendas que estaban integradas en esa entidad. «Y lo único que han puesto ha sido una valla y unas chapas por si cae algo al suelo, y ya está», destaca Gil.