Las 'rocas de la Fuensanta' son un dulce ya conocido en Murcia. Se trata de una especie de guirlache hecho con almendras tostadas, enteras o troceadas y chocolate. Se trata de una de las especialidades del obrador de las monjas del Convento de San Antonio de Algezares. Las hermanas pusieron en marcha este despacho de dulces hace casi una década y, ahora, han dado el salto al comercio al poner en marcha la primera pastelería regentada por religiosas de la Región, Santoñas.

Ubicado en pleno centro de la capital del Segura, en la calle Jaime I El Conquistador, el establecimiento se nutre de las recetas de 'las Antonias', pero también de los dulces y postres de otras hermanas como las Clarisas y las Cistercienses, y otros productos como rosarios, estampas y libros.

La idea de poner en marcha este local fue «un reclamo popular». Y es que, 'las Antonias' llevan también varios años dispensando sus dulces en la Feria de Artesanía que se instala en Alfonso X El Sabio en la temporada navideña cada año y, al terminar cada campaña, sus propios clientes lamentaban las dificultades para llegar hasta el convento, que se ubica en la subida al Monasterio de la Fuensanta. Así, las peticiones de una ubicación 'más accesible' se iban sucediendo año tras año, hasta que las hermanas decidieron embarcarse en esta «aventura», como ellas mismas aseguran, en la que sirven desde Murciatones o el pastel Santa Beatriz, hasta galletas de chocolate y suspiros. Con la llegada de la época navideña, también las tortas de Pascua, cordiales y tejas.

Santoñas no solo es un comercio en el que se venden alimentos. La puesta en marcha de esta pastelería ha permitido crear tres puestos de trabajo para mujeres desempleadas o en una situación precaria «y vamos a por la cuarta». Así, quieren «dignificar» la vida de estas mujeres a través del trabajo, con contratos estables «y donde pueden conciliar la vida laboral con la familiar». Además, los beneficios que quedan, tras pagar los gastos propios del comercio (alquiler del local, materias primas, facturas y sueldos de las empleadas), se distribuye entre los más necesitados. «En estos momentos tenemos una familia en acogida, una madre y sus dos hijos que fueron desahuciados hace poco, y, además, pagamos recibos de luz o agua, carros de la compra o libros y material escolar a familias que lo requieren, siempre en colaboración continua con los Servicios Sociales y con Cáritas», explican.

Además, las hermanas recogen las peticiones de los murcianos que recurren a ellas en busca de consuelo o ayuda. Todo ello se suma a su 'principal trabajo', que se basa en «la adoración y la intercesión por todas las necesidades de los murcianos que llaman a nuestra puerta».