Si viajar en ferrocarril desde Murcia resulta una aventura incierta, que nunca se sabe cómo puede acabar, coger un tren en la estación de El Carmen durante los meses de verano llega a ser una auténtica proeza.

Han pasado varios años desde que se cerraron las antiguas dependencias para remodelarlas con motivo de la llegada del AVE, lo que supone que en las horas de calor abrasador no hay donde guarecerse en una ciudad que pasa semanas por encima de los 40 grados centígrados.

Sin más sala de espera que un andén ardiente, la única protección a la que pueden recurrir los viajeros mientras esperan son las marquesinas, en las que se arremolinan disciplinadamente, con la esperanza de que su tren no se retrase demasiado.