Ocho meses después Valentín Constantin, un indigente rumano de 35 años de edad, ha vuelto a repetir la escena que ya protagonizó en noviembre de 2017, cuando se encaramó al tejado de la Catedral de Murcia amenazando con lanzarse al vacío si no se accedía a darle 3.000 euros, dinero que reclamaba porque, según denunció en su momento, había sido víctima de un fraude tras sufrir un accidente de tráfico.

Constantin volvió a subir ayer al tejado de la Catedral poco antes de las nueve de la mañana, trepando de nuevo por la fachada del templo de la plaza Belluga, que rápidamente fue acordonada por agentes de la Policía Local de Murcia y hasta donde se desplazaron varios vehículos de los servicios sanitarios de emergencias, bomberos y Policía Nacional, que fue quien se hizo cargo de la negociación para conseguir que este ciudadano descendiera de forma voluntaria por el mismo lugar que había utilizado para subir el tejado, el lateral de la Catedral sobre la Puerta de los Apóstoles.

Durante las más de dos horas que pasaron hasta que Valentín Constantin depuso su actitud se vivieron momentos de tensión con gritos hacia los agentes que estaban en la plaza, quienes estuvieron acompañados (como en la ocasión anterior) por la que fue su abogada, Verónica Eni, que fue localizada para que colaborara en el dispositivo. Este ciudadano, que está diagnosticado de una enfermedad mental en su país, permaneció durante más de dos horas subido al tejado de la Catedral junto a las imágenes de San Liciniano y San Ginés de la Jara y una vez más volvió a pedir dinero para bajar.

Hasta la plaza se acercó también el cónsul de Rumanía, que ayudó en la negociación, en la que los agentes volvieron a mostrar a Constantin un sobre con dinero para hacer que bajara. Lo que consiguieron pasadas las once de la mañana.

Preguntado por si desde noviembre de 2017 se le ha hecho seguimiento, el responsable del SEMAS (Servicio de Emergencia Movil y Atención Social) del Ayuntamiento, José Morales, indicó que en estos casos es muy complicado porque son personas que no tienen un domicilio fijo y que cada día duermen en un lugar distinto. No obstante, insistió en que los facultativos que lo examinen deberán determinar qué tratamiento se le pone, «ya que está claro que lo que se hizo en la ocasión anterior, internándolo cinco días, no fue suficiente».