El glioblastoma multiforme es un cáncer letal, el tumor más maligno y más frecuente del cerebro. No tiene cura. Al año se diagnostican unos 35 casos en la Región de Murcia. La esperanza de vida del paciente es de catorce meses y su tasa de supervivencia se aproxima al 5% a los cinco años de diagnosticar el cáncer. También es una patología poco conocida para los investigadores. La lucha contra este tumor supone un reto para la comunidad médica: se requieren más conocimientos para hacer frente de manera más efectiva y precisa al glioblastoma multiforme.

Ese es el desafío que aceptó en 2013 la radióloga murciana Ana Azahara García Ortega, del Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca. Cinco años después, la investigación, desarrollada en una tesis doctoral por la Universidad de Murcia, ha aportado «más luz entre la gran oscuridad que tienen los cánceres del cerebro», como así define el investigador Salvador Martínez Pérez, uno de los directores de la tesis junto con la doctora del servicio de Neurorradiología de la Arrixaca, Victoria Vázquez Sáez.

«Elegimos este tema para la tesis por su impacto sobre la mortalidad y por su frecuencia», cuenta a este periódico la ya doctora Ana García, que en el momento de empezar la investigación era médico residente. «Es el tumor del sistema nervioso central más maligno. No tiene un factor de riesgo definido y se da sobre todo en edad adulta, en los sesenta años de media».

La investigación, que se llevó a cabo en la sección de Neurorradiología de la Arrixaca, contó con el apoyo del Instituto Murciano de Investigación Biomédica (IMIB), del que formaba parte el doctor Salvador Martínez, que ahora dirige el Laboratorio de Embriología Experimental del Instituto de Neurociencias de la UMH-CSIC. «El doctor Martínez había investigado con ratones sobre el glioblastoma y aprovechamos también sus trabajos para desarrollarlos como teorías en la tesis», detalla la doctora murciana.

El estudio se centró en el tejido peritumoral, el área que rodea al cáncer. Es una zona menos conocida para los médicos. «Estos tumores tienen una gran infiltración peritumoral y además reaparecen en la misma zona, por lo que había que estudiarla». La investigación partía del análisis del comportamiento del sistema inmunológico en el sistema vascular para demostrar que el tumor no forma vasos sanguíneos nuevos, sino que estos cambian de forma. La hipótesis del trabajo, indica la doctora García, se centró en el pericito, una célula con «mucha importancia, ya que promueve la infiltración tumoral y condiciona un ambiente inmunológico favorable para que el tumor avance».

Para demostrarlo, agrega, «hemos correlacionado los datos de los tejidos obtenidos en intervenciones quirúrgicas con los datos logrados con las resonancias magnéticas». Este trabajo supuso la implicación de varios departamentos del hospital de la Arrixaca: Neurorradiología, Neurocirugía y la Plataforma de Biobanco del IMIB. Durante la investigación se estudiaron 70 pacientes murcianos y se analizaron más de 500 resonancias magnéticas con tecnología avanzada.

Biomarcadores para predecir

El objetivo era determinar biomarcadores, que sirvan para predecir el pronóstico de los pacientes con glioblastoma multiforme. «Hay que conocer los factores pronósticos al inicio del diagnóstico ya que existen casos dispares en los que el paciente fallece muy pronto y otros en los que sobrevive por más tiempo», explica la doctora García.

Es el hallazgo de esta investigación: al conseguir biomarcadores, «podemos predecir con la resonancia magnética la supervivencia de los pacientes en el momento del diagnóstico, aproximarnos un poco más al pronóstico de los pacientes». De esta forma se pueden extraer modelos predictivos para saber cómo evolucionará el paciente y el cáncer. Con esta investigación, señala la doctora Vázquez, «podemos hacer un seguimiento más preciso de la evolución del tumor cerebral».

Aunque la doctora Ana García se siente satisfecha porque su investigación ha dado un paso más en la lucha contra este tumor, ella se mantiene cauta: «De momento hay que ser muy prudentes con este tumor; hay que confiar en el futuro y en que las nuevas terapias que se están desarrollando mejoren la supervivencia». Su investigación, que se publicará en revistas científicas, añade un poco más de esperanza para los pacientes que sufren esta letal enfermedad.