Morteros, quijeros y las marcas de las ruedas que en el siglo XVIII movían el agua que pasaba por la acequia Aljufía, a la altura de Rincón de Beniscornia, para la producción de pólvora han salido a la luz gracias a los trabajos que se han llevado a cabo en el último año para recuperar esta parte de la historia de la huerta de Murcia. Los restos hallados ya han sido cubiertos con geotextil para protegerlos hasta que se inicien las nuevas campañas, excavaciones en las que los arqueólogos se han llevado alguna que otra sorpresa con elementos que no esperaban encontrar.

Los trabajos comenzaron en 2017, aunque la última campaña ha tenido lugar entre los meses de abril y mayo de este año. En este tiempo los expertos han sacado a la luz un nuevo canal de diez metros de longitud y 60 centímetros de anchura que no conocían. El canal estaba hecho de sillería, mientras que el resto del muro está compuesto de ladrillo macizo. En él está la huella que dejó una rueda circular que había en la zona y que, según los cálculos, tendría unos cuatro metros de diámetro.

El arqueólogo Luis García, director de la excavación que ha llevado a cabo la empresa Arqueotec junto a Consuelo Martínez, explica a LA OPINIÓN que otro de los hallazgos ha sido el descubrimiento de un sector de la fábrica que no se conocía en la margen izquierda de la acequia, «lo que ha sido confirmado desde el punto de vista arqueológico e histórico y que nos muestra que la fábrica de la pólvora se extendía al norte y sur de la acequia Aljufía y no solo al sur, como se pensaba hasta ahora».

Nuevo canal que ha sido descubierto en las excavaciones.

Al nuevo canal y a este sector de la fábrica, desconocido hasta ahora, se une también la aparición de unos morteros de piedra caliza gris muy dura en los que se depositaban los ingredientes para hacer la mezcla para la pólvora. García indica que de los cinco morteros que han aparecido, uno se encuentra in situ y cuatro están desplazados de su zona original.

Los restos encontrados se encuentran en buen estado de conservación, ya que están realizados con materiales de calidad, y permanecían bajo un metro de tierra de labor de huerta en la que hay limoneros. El experto recuerda que en 1719 se hizo una obra en el Molino de la Pólvora para agrandarlo, una obra pública en la que se utilizaron materiales nobles.

En aquella época del siglo XVIII eran dos las fábricas principales que se encargaban de la producción de pólvora: la fábrica del Molino Bajo (Guadalupe) y la fábrica del Molino Alto (Javalí Viejo-La Ñora). Sin embargo, a principios del siglo XIX (1803) los molinos bajos dejaron de funcionar y toda la producción se concentró en la de Javalí Viejo, fábrica a la que se le asignó la provisión de pólvora para todo el ejército español de la época.

Encuentro organizado por Cambiemos y la Concejalía esta semana.

El arqueólogo destaca que con la excavación que se ha realizado hasta el momento se pretende poner en valor toda la zona hidráulica con la construcción de un nuevo puente y la restauración de los quijeros y márgenes de la acequia. Sin embargo, «queda mucho por sacar a la luz», ya que en la zona del brazal del Pavón, la de mayor tamaño, es donde estaban las instalaciones de la fábrica, un espacio que quedaría pendiente para un proyecto posterior de musealización al aire libre de la fábrica de la pólvora y sus molinos.