Nació, en la plena huerta de Murcia, en el viejo lugar de La Arboleja (1928), en el seno de una familia labradora y cristiana, donde creció y pronto destacó en los estudios de Derecho. Ya en 1962, lo tenemos Nº 1 de su promoción a nivel nacional (Cuerpo de Administración Civil del Estado) y entró en el Gobierno Civil de Murcia, donde vivió con su esposa, Pepita Morcillo (sobrina del Cardenal-arzobispo de Madrid, bella, gran persona, con la que mis padres siempre conectaron) y sus 4 hijos; M. José, M. Dolores, Joaquín y Belén , allí hasta las Elecciones Generales de 1977 ( primeras libres y democráticas, en 41 años). En esta ocasión no voy a utilizar la hemeroteca o Google, salvo las fechas, y este pequeño homenaje va, con emoción, desde la mente, pero pasando por el corazón, por la gran persona y amigo que nos dejó en junio, hace ya casi un año. Vagamente recuerdo que soy un niño de 1ª comunión, cuando mi padre, funcionario en el Gobierno Civil, habla de D.

Joaquín en términos elogiosos; años después ,como un jefe, amigo, solidario y muy cercano, pese a su aparente seriedad. Ambos muy jóvenes, son de plena huerta y conectan rápidamente. Así lo comentó en enero de 2001, cuando presentó mi primer libro Arte y Tradición en la Huerta de Murcia, bajo la mirada del recordado obispo Javier Azagra. Ambas familias hemos compartido los tristes momentos, las muertes de nuestros familiares; alegrías de bodas y tertulias a las orillas del Mar Menor pinatarense. Demócrata, tanto como cristiano, caballeroso y enamorado de su Murcia natal y sus tradiciones. Aunque nunca superó la muerte su hijo varón Joaquín, en plena juventud madura. Mecenas, fomentó artes y tradiciones, desde el edificio de Av/ Teniente Flomesta: Más de 3 décadas de presidencia y apoyo del Orfeón Murciano Fernández Caballero, la Asociación Regional de Belenistas, la Semana Santa, o, en los inicios del XXI, Cáritas Diocesana, que recibió un gran impulso bajo su presidencia, para adaptarla a los tiempos difíciles y a una mejor y efectiva organización.

Siguiendo su excelente trayectoria política, con la llegada de la Democracia Constitucional de Juan Carlos I (tras los 39 años de oscuridad y penas, por la Guerra in Civil y la Dictadura) fue nombrado Diputado en Cortes (1º de la lista), para más tarde, Suárez nombrarle Director Gral. de Administración local con Rodolfo Martín Villa (Ministerio de Interior). Y ya el 18 de Julio de 1980, el BOE publicaba su nombramiento como Gobernador Civil de Córdoba (muy difícil tarea), hasta el 16 diciembre de 1982, ya con el PSOE de Felipe González en el poder. Su cercanía, su caballerosidad, su dignidad y su gran apoyo por los asuntos sociales y los temas de orden público admiró a los cordobeses, y al comunista mediático, emergente y de gran personalidad, Julio Anguita, que le otorgó la Medalla de Oro de la ciudad de la mezquita. El murciano ilustre diría hace unos años, en la prensa murciana: «En el golpe del 23-F solo sabíamos dónde estaba Anguita su chófer y yo?» También la Diputación de Córdoba le otorgó la Medalla de Oro de la provincia y le hizo Hijo Adoptivo. Esto, señores, si es un curriculum «inmaculado», excepcional.

Estamos ante un demócrata cristiano, con pinceladas sociales, que concitó la admiración de comunistas y socialistas, aparte de su UCD. Ideas distintas y distantes, pero coincidentes en lo esencial: diálogo, progreso, dignidad y solidaridad y apoyo a los más débiles; ahí el político murciano «cortó 2 orejas y el rabo» en la tierra de Manolete. En su 'obituario', el Cronista de Murcia, Antonio Botías, tituló con acierto: «Muere el hombre de Adolfo Suárez en Murcia» y era la pura verdad, se conocían desde hacía tiempo y reforzaron su amistad y buen 'feeling', en aquellos veranos del político abulense, en Campoamor. Reconozco que no puedo ser objetivo por el cariño que le tuve y el respeto al político discreto, que se retira de la política sin hacer ruido y con gran dignidad. El último guiño a mi familia y a mí es nombrarme Pregonero de la Navidad Murciana 2005, además, jugando en casa, la iglesia de Puebla de Soto. La Virgen de La Fuensanta lo cubre con su manto y su memoria es limpia, cual pinceladas de amanecer mediterráneo y flores del huerto familiar.