Nueve colchones en plena calle de Pérez Casas. Un vecino que hace las veces de DJ y escenifica qué han de soportar cada noche los vecinos de la zona: una música machacona que se alarga hasta altas horas de la madrugada. Es la forma que los residentes en esta calle peatonal del centro tienen para contar lo que están sufriendo. Que no pueden dormir. Que el ruido de los bares es insoportable. Esta perfomance la pusieron en marcha este sábado por la mañana.

«¡Son la una de la noche y todavía queda mucho tiempo por delante!», grita el que hace de pinchadiscos, gorra incluida. «¡Aquí no duerme nadie!», añade. Los vecinos, mientras, dan vueltas en sus colchones. Algunos llevan un peluche. Otros, un libro o el portátil. Lo típico de antes de ir a dormir: leer un rato.

Los vecinos, a los pies de los colchones, exhiben carteles en los que se lee ‘el suelo de mis hijos no se vende’ y ‘con mi descanso no se comercia’. Más lemas: ‘Tengo hijos pequeños con problemas de insomnio’ y ‘no al sueño de día y no más noches sin sueños’.

Protestan en una jornada en la que muchos bares de la ciudad echaban la persiana, coincidiendo con el festival que hay en La Fica: el WARM Up, evento que hace que la ciudad vea incrementada su población este fin de semana, por los visitantes.

Bonache era el único negocio abierto este sábado por la mañana en la Plaza de las Flores. Los bares estaban de huelga. No están de acuerdo con el mapa de ruidos elaborado por el Ayuntamiento y quieren que se les oiga. ‘El persianazo. Cerramos por Murcia y los murcianos’, se leía en los carteles que colgaban de los cristales de los establecimientos chapados, así como en las camisetas de muchos de los manifestantes.

Al mediodía, en la Plaza Santa Catalina, se concentraban los damnificados por la ordenanza municipal. No había un lugar abierto para tomarse una caña. Los que protestaban repartían botellines de agua. Colgaba una pancarta grande con letras negras enganchada en dos arboles: ‘¡Trabajemos juntos por la Murcia de todos!’

Clamaban por la nueva regulación del ruido. Se concentraban tanto los dueños de los bares como sus empleados. La estampa, nunca vista en la zona. El Aromas, cerrado. El Secreto, cerrado. El Fénix, cerrado. La Tapa, cerrada. Algunas personas, que no se habían enterado de la movilización caminaban por la plaza en busca de un sitio en el que tomar una marinera. Sin éxito. Un hombre llegaba a calificar lo ocurrido de «chantaje» de los hosteleros. Mientras, desde el Consistorio dicen que las nuevas medidas a aplicar sólo afectan a trece locales que no incumplían la normativa.

Unos 270 establecimientos del centro de Murcia, según la patronal del sector, se sumaban a la convocatoria de cierre convocada por los empresarios de hostelería para protestar por la nueva regulación del ruido, que, desde su punto de vista, atenta contra sus negocios, según ellos.

En la concentración en Santa Catalina, muchos de los que protestaban portaban cartulinas blancas en las que se podía leer ‘Murcia sin terrazas = gente en el paro’, ‘Stop persianazo’, ‘Murcia vive de la hostelería’ y ‘Mi familia vive de la hostelería’.

María José Jiménez, del restaurante El Pulpito, indicó que la regulación de la contaminación acústica presentada por el Ayuntamiento de Murcia adelantará a las once de la noche la hora de cese de actividad de las terrazas, reducirá los espacios en la calle entre el 25 y el 75 por ciento y eliminará muchos de los cortavientos que ahora ocupan las calles, entre otras mermas.

Esta empresaria, que vive en la céntrica plaza y dice ser consciente de los problemas que genera el ruido en el centro de la ciudad, ha subrayado que se trata de una protesta «pacífica» que trata de llamar la atención sobre la contribución del sector a la economía local en puestos de trabajo e ingresos por impuestos y gasto de los turistas.

«Nos hemos movilizado porque llevamos 18 meses bloqueados, porque llevamos años en un limbo normativo, porque la junta de gobierno desprecia al consejo sectorial del ruido aprobado de forma unilateral las zonas Zonas de Protección Acústica Especial, porque los mapas de ruido carecen de fiabilidad y porque solo recibimos intentos de desacreditación«, dijo el presidente de Hostemur, Jesús Jiménez.

«¿Está todo cerrado? ¡Pues vaya recibimiento nos ha dado Murcia!», comentaba una señora (eso sí, con una sonrisa) al mediodía en la Plaza de Las Flores, donde, junto a dos hombres que la acompañaban, trataba de encontrar un sitio para picar algo.

Quienes vienen de fuera de Murcia no entienden, de antemano, por qué se protesta, pero muestran empatía cuando los movilizados les explican sus reivindicaciones. «Claro que hay que protestar», masculla un joven.

Por su parte, el portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Murcia, Mario Gómez, dijo, a propósito del cierre de los bares, que el alcalde, José Ballesta, «o no ha querido o no ha sabido intermediar en un conflicto de esta magnitud, siendo el máximo representante de todos los murcianos», indica el partido en una nota.

En opinión de Gómez, «es conocida la lentitud y desidia política del PP en la tramitación de licencias y autorizaciones definitivas de actividad, pero también su falta de diligencia a la hora de escuchar y solucionar los problemas de los vecinos».