La huerta murciana, por su sencillez y gran corazón, favorecía que en la vida cotidiana del huertanico arraigaran muchas costumbres cuyo origen se pierde en la historia. Una de ellas es su respeto hacia los difuntos. Así, era costumbre en la huerta, y aún sigue siéndolo en muchos lugares, formar unas cuadrillas de hombres y cantar antes del alba, acompañados con faroles y una campanilla, a las benditas ánimas. Lo hacía en los cementerios, Iglesias y casas de la huerta.

La primera mención que se tiene en Nonduermas de una Campana de Auroros data de 1873 y dice textualmente: «Que María Encarnación López era hermana de la Cofradía de las ánimas de Nonduermas y Niño Jesús de Burgos de esta feligresía».

Esta fue la primera Campana de Ánimas o Auroros, la Campana del Rosario. De la que se tiene otra segunda mención el 15 de marzo de 1917, donde una madrugada de octubre se cita como la Cuadrilla de Auroros de Nonduermas. Dicha cuadrilla desapareció cuando la contienda bélica de 1936-1939.

Acabada la contienda, un grupo de nonduermeños: rememorando su fervor interrumpido por la Guerra Civil, volvieron a renovar la Campana de Auroros. Esta vez la llamaron 'Del Amor Hermoso', y la formaron: Juan 'El Mochón', Joaquín Belmonte, 'Juaquinillo', Perico de la 'Perita', 'El Majo' y Mariano Gil (padre de Antonio Gil, 'Ferrogil'), José Sánchez Hernández 'El Arrebolao' y su hermano Juan, El 'Floro' y Jesús Castillo.

Dividieron Nonduermas en cuatro partes y todos los sábados, con el lucero del alba, salían por los recovecos de la huerta, con un farol y la campana, los bolsillos llenos de higos secos y un porrón de vino, cantaban las ánimas de casa en casa pidiendo donativos para las mismas. Paraban en la taberna del 'Pajalarga' y se calmaban el frío que se incrustaba en los huesos. La campana la tocaba 'El Majo', los higos los ponía Mariano Gil y el vino Joaquín Belmonte.

En la Epifanía de 1958 aparecen los Auroros de Nonduermas entonando sus Salves y cánticos en La Merced, parroquia de San Juan Bautista y el Belén Municipal.

Juan Antonio Ródenas, anciano venerable, formó parte de la primera Campana en sus últimos estertores. Él y su señora, Josefa Martínez, aportan muchos datos sobre los Auroros en nuestra pedanía. Auroros que desaparecieron sobre los años 60 del siglo pasado por desavenencias con la autoridad eclesiástica y el cansancio. Él cuenta que la Campana del Rosario tuvo muchos altibajos: desaparecía y aparecía por temporadas. Pero siempre estaba ahí. Hasta su desaparición total en la Guerra Civil Española.