Un joven de 33 años de edad, que responde a las iniciales J. L. Z., se sentaba ayer en el banquillo de la Audiencia Provincial de Murcia acusado de abusar sexualmente de tres de sus primos, todos menores de edad en el momento en que se cometieron los hechos que se enjuician.

El fiscal pide para J. L. Z. cinco años de prisión por cada abuso sexual, y once años más por agredir sexualmente a uno de estos menores. Asimismo, la familia de las víctimas sostiene que otra prima, que ahora tiene 27 años, también habría sufrido estos abusos por parte de su pariente, aunque esto no se incluye en la causa.

La defensa de J. L. Z., mientras tanto, insiste en que el joven sufrió ataques epilépticos cuando era un niño, y que esa dolencia habría influido en su posterior comportamiento, además de en su rendimiento académico.

Fueron los padres de las víctimas los que denunciaron la situación. Lo hicieron en 2012, cuando, durante una celebración familiar, dos de los primos decidiesen contar qué les había sucedido con J. L. Z. entre los años 2006 y 2008.

En su declaración, el procesado dijo no recordar haber abusado sexualmente de sus familiares.

«Me inculpé a mí mismo para no perjudicarles», afirmó, cuando el fiscal le recordó que en declaraciones anteriores (tanto en Comisaría como en el juzgado) había reconocido los tocamientos.

Los hechos que se enjuician habrían acontecido en una casa de Aljucer donde el sospechoso vivía con su abuela y los primos iban de visita, especialmente fines de semana, en vacaciones de verano y en Navidad.

«Somos familia, los echo mucho de menos», dijo el presunto abusador sexual sobre sus primos. Insistió en que, hasta el momento de la denuncia, la relación con ellos era «muy buena». «Ya no vienen», indicó, tras echarse prácticamente a llorar. «Me inculpé a mí mismo», hizo hincapié, sin aclarar a qué se refería. «Yo de pequeño he sufrido ataques epilépticos. He tenido tratamiento médico, tomaba unas pastillas... Lo que pasa es que eso lo llevaba mi abuela, la madre de mi padre, y lo que pasa es que ella ya falleció», especificó.

«No me acuerdo de nada. Yo solamente me he inculpado a mí mismo para no perjudicarles a ellos», reiteró el procesado.

A continuación declararon en calidad de testigos los dos hombres que en 2012 pusieron la denuncia contra J. L. Z. Se trata de los padres de tres y una de las víctimas respectivamente. Ambos hombres respondieron afirmativamente a la pregunta de si reclaman una compensación económica. En este sentido, el fiscal estima que ha de indemnizarse a cada uno de los menores con la cantidad de 2.000 euros.

«Una noche que estaban mis dos hijos con unos amigos, entre ellos lo comentaron y se dieron cuenta de lo que les había pasado a ellos dos. Y pensaron que le podía haber pasado a los pequeños», relató uno de los hombres, que reconoció, sobre el abuso, que «mi hijo lo tenía como olvidado», pero «al pensar que podría ocurrirle a sus hermanos pequeños, lo puso en conocimiento».

El otro testigo señaló a la Audiencia que él, en la casa de Aljucer, «había visto cosas». «La manera de tocar a los críos cuando estaba en la piscina... los abrazaba. Yo le dije a mi mujer que no me gustaba cómo tocaba a los críos. Una vez le dije que no cogiera tanto a la cría. Fueron los críos los que dieron la voz de alarma de que los habían tocado», rememoró.

Por su parte, la chica de 27 años (hermana de tres de las víctimas cuyo caso sí se juzga) aseguró que J. L. Z. le había realizado tocamientos «en la piscina y en su habitación» de la casa de Aljucer cuando ella tenía «ocho o diez años».

«Más que temor, era no saber lo que iba a pasar si contabas lo que te estaba pasando», contó.

«Ocurrió muchas veces. Él tenía una consola siempre en la habitación, yo iba a jugar con él y era cuando me hacía eso», dijo otra de las víctimas, que actualmente es un joven de 22 años.