El profesor de Antropología Social de la Universidad de Murcia Klaus Schriewer es un apasionado de los cementerios, por lo que intenta visitarlos cada vez que viaja a una nueva ciudad. Considera que es una forma de conocer su historia. Cuando llegó a Murcia hace ya varios años lo primero que hizo fue ir al de Nuestro Padre Jesús de Espinardo, donde le llamaron la atención las dos secciones de tumbas de niños de la posguerra que había en aquel momento y que desaparecieron dos años después como «un proceso normal» de organización del cementerio, aunque cree que en aquel caso se debieron conservar. Este especialista se ha volcado en el nuevo proyecto del Ayuntamiento para poner en marcha las visitas guiadas que arrancarán el próximo mes.

¿Cómo surgió la colaboración con el Servicio de Sanidad del Ayuntamiento de Murcia?

En 2008 organicé una visita de antropólogos suizos al cementerio de Espinardo, pero cuando llevábamos media hora por allí nos echaron porque no estaba permitido hacer visitas en grupo. Pensé que también sería interesante hacer algo similar con los alumnos, así que me puse en contacto con Eduardo González para pedirle permiso. En ese momento le gustó nuestra perspectiva de que el cementerio es parte del patrimonio histórico, un bien cultural que hay que preservar. Y de ahí nació nuestra colaboración.

¿Cómo utiliza el recurso del cementerio con sus alumnos en clase?

Con los alumnos hablamos sobre cómo el Estado intenta influir en nuestros cuerpos con temas de salud, natalidad o disciplina y el cementerio es otro ejemplo de esa biopolítica. En otra de las asignaturas hablamos de la muerte como fenómeno cultural y de la cultura del luto, un tema que suele llamar la atención de los estudiantes, pero que termina atrapándoles.

¿Es muy distinta la percepción que tenemos en España de los cementerios a la que existe en otros países de nuestro entorno?

En España los cementerios son muy hostiles, con una distribución basada en calles rectas y de cemento, mientras que en Alemania, por ejemplo, los cementerios están concebidos como un parque con césped, fuentes de agua, son lugares más idílicos a los que los ciudadanos acuden a pasar el día o a tomar el sol. En París uno de los más conocidos es el cementerio Père-Lachaise, un espacio que está integrado también en su entorno y que se concibe como un parque. Con este tipo de diseños se busca la unidad con la naturaleza cerrando el círculo.

¿Cree que con las visitas que están organizando los ciudadanos se interesarán más por estos espacios?

En España el cementerio sólo se visita el 1 de noviembre y no se vuelve hasta un año después si no fallece ningún familiar en ese tiempo, por eso hay que cambiar la percepción, algo que ya está sucediendo. En algunos cementerios de Madrid y en Cartagena ya se están organizando visitas de este estilo y se está impulsando este movimiento. España está despertando desde hace 3 o 4 años y se está abriendo a conocer su historia a través de los cementerios.