La Policía Nacional investiga la muerte de un hombre de 57 años cuyo cuerpo fue encontrado el martes enrollado en una sábana en su casa de Espinardo. El cadáver, en estado de descomposición, llevaba días en la vivienda, un segundo piso del Residencial Almudena, en la calle Antonio Rocamora de la citada pedanía.

Fueron los vecinos del piso de abajo los que dieron la voz de alarma, después de que en su toldo comenzase a chorrear algo que les pareció sangre y eran sustancias liberadas en la descomposición del cuerpo.

Al lugar se desplazaron agentes de la Policía Nacional, que encontraron el cuerpo del hombre envuelto en una sábana y tirado en el suelo. Después de que el juez autorizase el levantamiento del cadáver, este fue trasladado al Instituto de Medicina Legal, para practicarle la autopsia.

En una primera inspección ocular del cuerpo, este no presentaba heridas por arma blanca, de fuego o golpe alguno. Se investiga si sufría alguna dolencia previa y si falleció por causas naturales.

Investigadores de la Policía Nacional arrestaban ayer por la mañana a un hombre de origen lituano, conocido de la víctima. La pista se puso sobre esta persona después de encontrar huellas suyas en la casa, apuntaron fuentes cercanas al caso. Las mismas fuentes señalaron que víctima y sospechoso podrían haber mantenido relaciones sexuales.

La hipótesis que se baraja es que la víctima falleció en presencia de esta persona, que se habría asustado y decidió dejar el cuerpo envuelto en una sábana, para después huir de la vivienda sin dar la voz de alarma. Al lituano se le arresta por omisión del deber de socorro y para investigar si tuvo algún tipo de participación en la muerte. No obstante, la investigación sigue en marcha.

Residentes en la urbanización, una zona con piscina a la entrada del pueblo, colindante con la avenida Juan Carlos I de Murcia, explicaron que habían llamado en numerosas ocasiones a la Policía por las fiestas que la víctima montaba en su casa. Asimismo, indicaron que este hombre solía recibir en su vivienda numerosas visitas «de amistades», y que incluso alquilaba habitaciones, siempre a gente más joven y extranjera.

Los vecinos comentaron que la víctima (propietario del piso, en el que llevaba más de una década) era un hombre retraído que solía salir a pasear con su perro y «siempre saludaba».

Una vecina residente en la primera escalera (la víctima vivía en la tercera) relató que la semana pasada vio en el trastero de este hombre a dos personas «con mala pinta» que no le dieron buena espina. «La semana pasada vi a dos personas, amigos de él, que estaban en el trastero de este señor. Yo creo que, si lo mataron o pasó algo, pasó esa misma noche, el domingo», elucubró esta mujer. Los describió como «una chica rubia y un hombre castaño, que estaba sentado en la moto de él (de la víctima). Parecían un poco raros y no me encajaban».