En su momento causó revuelo y e incluso no estuvo exenta de polémica cuando empezaron a llegar las primeras multas, algo que se considera normal cuando una norma es de las primeras en elaborarse y aplicarse. Es decir, ser pionero o rompedor tiene esas cosas. Pasados ya casi tres lustros, los ciudadanos tienen ya bastante asumido el objetivo de la ordenanza que prohíbe beber alcohol en las calles, más conocida como ordenanza antibotellón, y es tiempo de hacer balance.

El Gobierno local decidió redactar esta ordenanza a raíz de las quejas suscitadas en diversos barrios, cuyos jardines próximos se habían convertido en botellódromos al aire libre. Al ruido que provocaba la aglomeración de gente, sobre todo de jóvenes, había que sumarle la suciedad que se quedaba varada en las calles hasta el día siguiente.

El Ayuntamiento no escurrió el bulto y decidió actuar. El 17 de agosto de 2005 entraba en vigor 'la ordenanza reguladora de la actuación municipal en relación con la venta, dispensación y suministro de bebidas alcohólicas, así como su consumo en espacios y vías públicas'. Casi doce años después, la norma ha cosechado 22.326 denuncias por consumir alcohol en la vía pública y por vender a menores de edad esta droga social, según el balance realizado por la Policía Local de Murcia. La multa por hacer botellón quedó establecida en 150 euros y además los agentes policiales avisan a los padres cuando 'cazan' a algún menor bebiendo en las calles.

Fuentes de la Jefatura de la Policía Local indicaron que «la ordenanza ha funcionado muy bien y se ha logrado limitar el botellón en los puntos más conflictivos sin altercados ni fricciones». La misma fuente añadió que «no vamos detrás de los infractores para multarlos y ahora actuamos, sobre todo, cuando hay denuncias vecinales sin que haya problemas cuando disolvemos los grupos». En ese sentido precisó que «con la aplicación de la ordenanza se ha limpiado el centro de 'macrobotellones'» y en la actualidad se hacen concentraciones pequeñas de entre ocho o diez chicos. El perfil de la persona que consume alcohol en la calle, vulnerando esta norma municipal, es el mismo desde que se puso en marcha. Se trata de un joven estudiante, que casi siempre son universitarios, que salen de marcha durante los fines de semana. Este detalle hace que la vigilancia se deba extremar en jueves, viernes y sábado.

El consumo intensivo de alcohol y de drogas entre la población joven es una de las preocupaciones de la Policía Local y de las administraciones públicas, aunque entre los estudiantes de enseñanzas secundarias, de 14 a 18 años, se ha reducido en los últimos dos años, pero no hay que bajar la guardia porque ocho de cada diez escolares dicen haber bebido alcohol alguna vez y hay baja percepción del riesgo sobre cannabis. Así lo recoge la Encuesta sobre Uso de Drogas en Estudiantes de Enseñanzas Secundarias (Estudes) 2014/15 del Plan Nacional sobre Drogas, que se realiza en España cada dos años desde 1984. También el alcohol es una de las principales adicciones que trata Proyecto Hombre, una organización que el año pasado atendió en la Región a 1.539 personas, de las que un 44 por ciento tenía problemas con la bebida, ya fuera de manera aislada (23 por ciento) o combinada con otras drogas (21 por ciento). Además, el número de atenciones ha llegado a crecer un 17 por ciento y llega hasta el 20 en el caso del Programa Joven, en el que se atiende a chicos a partir de 14 años que tienen adicción a algún tipo de sustancia.