cuando uno llega a esta Región, se sienta en una de sus múltiples terrazas para tomar un aperitivo y coge la carta se encuentra con palabras bajo las que se esconden tapas deliciosas e inimaginables por su denominación. Hablo de ´matrimonio´, de ´marinera´ o de ´bicicleta´. Sustantivos que no encontraremos descritos, en ningún diccionario, como boquerón con anchoa; rosquilla con ensaladilla rusa y anchoa; o rosquilla con ensaladilla rusa, respectivamente. Y que, por supuesto, no entenderán fuera de nuestras fronteras.

Y qué decir de ´espolsar´ la casa, poner ´fiso´ a un papel que se ha rasgado, o ´clisarse´ un momento para reponer fuerzas.

Son palabras y expresiones muy habituales en la comunidad murciana que, en algunos casos, trascienden las fronteras con las comunidades vecinas de Valencia y Andalucía, y que, en otros, son totalmente autónomas. Son resultado, en fin, de un conglomerado de influencias históricas y lingüísticas.

«Merece la pena conservar nuestras palabras y expresiones porque forman parte de nuestra cultura, de nuestro pasado», defiende Juan José Navarro, presidente de la asociación cultural L´Ajuntaera, que tiene como objetivo el reconocimiento y la protección del conjunto de las hablas murcianas.

Ejemplos los encontramos en la palabra ´mocho´ (fregona); ´bambos´ (zapatillas de deporte); bombón (café con leche condensada); o ´coscoletas´(ir a la espalda de otra persona). Y tampoco faltan en el apartado de la alimentación: ´pésoles´ por guisantes; ´alcanciles´ por alcachofas; o ´mona´ por bollo de Pascua.

«El murciano es un conjunto de hablas que abarca las comarcas de la demarcación hidrográfica de la cuenca del Segura, y que se extiende entre los ríos Almanzora, Júcar y Vinalopó; y no lo digo yo, sino que es absolutamente científico», asevera Navarro. Por eso incluye a comarcas que antes formaban parte del antiguo Reino de Murcia y que ahora pertenecen «a regiones hermanas».

Pero el habla murciana no hay que confundirla con el panocho, que es, tal y como recoge el diccionario de la Real Academia de la Lengua (RAE), una variedad que se utiliza en la huerta de Murcia.

Tanto a los alicantinos como a los murcianos y almerienses les da ´tiricia´ tocar algo; dan un ´estufido´ cuando les tocan mucho las narices; o se ´mudan´ de ropa, por ejemplo, para ir de fiesta. También gustan de tomarse un ´chambi´ (helado con galleta) o un ´chole´ (un batido) cuando el calor aprieta; e incluso darse un ´capuzón´ para refrescarse en el agua. Y se suben a un ´perigallo´ cuando quieren colgar una ´leja´ o limpiar los ´manises´ de la cocina y el cuarto de baño.

L´Ajuntaera ha cumplido ya 29 años, y desde entonces, cada año, organiza actividades para conservar el patrimonio lingüístico de esta tierra. Y también cada año edita la publicación Enza, con el mismo objetivo.

«Hay que desterrar el concepto de que el murciano es un castellano mal hablado, porque no lo es», apunta el presidente de la asociación, que estudia Filología española en la Universidad a Distancia (UNED). «Una de la asignaturas versa sobre las variedades del español, y la murciana es tan digna como la que se habla en el centro de la península; aunque el prestigio se lo lleve el castellano de Valladolid», reconoce.

Desde luego, en esta localidad castellanoleonesa no tendrían ni idea qué darnos para comer si pedimos ´bajocas´, una ´pava´ o un ´crespillo´; y no digamos de un ´companaje´ o una ´miaja´ o ´miajica´ de ´zarangollo´ o de ´michirones´. Y ¿sabrían vendermos una ´tortada´ para una celebrar una fiesta de cumpleaños; o ponernos ´paparajotes´ de postre?

No hay duda de que si les preguntamos si quieren comer ´perdices´ pensarían en un ave estofada; y si les hablamos de ´cordiales´ creerían que les estábamos diciendo que eran muy amables. Ni por asomo se imaginarían que realmente hablamos de cogollos de lechuga o de un típico dulce navideño, respectivamente.

«Nadie tiene que sentirse avergonzado por utilizar estos vocablos, y es bueno que cada vez más, en el ámbito familiar y de la calle, esté tomando auge», comenta Juan José Navarro, y apunta cómo se multiplican los contenidos en Internet, en cuyos soportes, como Whatsapp, Facebook o los Blogs, se encuentran diccionarios murcianos o páginas que recogen «las expresiones más nuestras».

Pero si por algún palabro murciano es esta tierra conocida es por el omnipresente ´pijo´, que ya sea sólo o acompañado, nos ayuda a enfatizar multitud de matices, como afirma en un artículo Leticia Pérez Fernández de Bobadilla. «Lo mismo nos regala expresiones de velocidad (´ir a pijo sacao´), que nos sirve para expresar cantidades, (´me pegué una pijá de andar´); que imprime carisma a insultos un tanto anodinos (´eres un ¡tontoelpijo!´)».

A la par podríamos situar a la otra grande: ´acho/a´, que a fuerza de utilizarla los zagales y zagalas para llamar la atención de alguien, resuena sin parar en cualquier reunión. Y no lo hacen ´abonico´, sino con ese ímpetu que la juventud les da; como tampoco dudan en llamar ´perullo´ al que no hay forma de convencer para que cambie de actitud o costumbres.

Y ´luego a luego´ ya estamos acabando este básico recuento de expresiones, dichos y hablas que incluye un ´diccionario murciano´, de andar por casa, con algunas de estas palabras. No están todas las que son, pero sí son todas las que están.