Le pegaron a él, a su hijo y a su nuera, asegura. José Luis Buendía, dueño del restaurante Vicente de Puente Tocinos, ha denunciado ante la Policía Nacional que un grupo de invitados a una Comunión que se celebró en su local el Día de la Madre la emprendieron a golpes con él y su familia cuando se negó a darles la hoja de reclamaciones. Y es que esta hoja solo se la daba, insistió, al que iba a pagar el convite.

Buendía está preocupado por el daño que el incidente puede hacer al buen nombre de su negocio. Admite que a los agresores «posiblemente les diera alguna bofetada», siempre en defensa propia, subraya.

El hombre explica que a los comensales «les pusimos todo lo que quisieron de cordero». Reconoce que el servicio iba «un poco lento» como consecuencia del volumen de trabajo que había. En un momento dado, a José Luis le informa su nuera de que un cliente están pidiendo la hoja de reclamaciones. «Como es un invitado y no es el que paga, no tengo por qué dársela», sostiene.

Ante su negativa, prosigue el hombre, este cliente le golpeó. Pasó, según su testimonio, en la puerta del restaurante, no en su interior. «Me pegó un puñetazo en el pómulo y varios se tiraron a darme patadas», señala.

«Los comensales que había ahí lo vieron todo. Están dispuestos a declarar», asevera el afectado.

Deja claro que ellos «jamás hemos emprendido ninguna pelea, ¡si estamos trabajando!»

De sus agresores, considera que «probablemente fueran bebidos, porque estaban desconocidos esa gente. Según me han dicho, son muy conflictivos». Se trata de unos vecinos de la zona de El Bojal, en Beniaján.

«Me pisaron la mano, me duele lo que es la espalda y el cuello», manifiesta Buendía. «A mí hijo lo agarraron del cuello. Me cogieron el suéter y me lo pusieron por la cabeza», destaca.

Ante lo que estaba sucediendo, «llamamos nosotros a la Policía». Se personó una patrulla, que no llegó a efectuar arresto alguno. También sanitarios. José Luis, pese a los golpes, comenta que se negó a ir al hospital hasta que no hubiese cumplido con sus obligaciones en el restaurante.

Y es que, tras marcharse los presuntos agresores, la Comunión siguió. «Lo más importante es el niño y faltaba por sacar la tarta, con su payaso y su espadica», subraya Buendía.

Sobre el incidente, el dueño del Vicente remarca que no es cierto "que volaran platos y sillas. No se rompió un plato».

«Aunque yo estaba mal, tenía la obligación de atender a mi gente. Estoy orgulloso porque todos me felicitaron. Hay que tener mucha fuerza de voluntad para llevar esto día a día», especifica.

Así, su mayor deseo es «que nuestros clientes sigan confiando en nosotros».