Conchita Martínez Lipina y Pavel Lipin se conocieron la Nochevieja de 1937 en el Teatro Romea de Murcia. Ella, murciana y «una chica de bien»; él, director brigadista ruso que estaba en Murcia para combatir en la Guerra Civil española. Ésta es una de las historias que Carma Casulá, fotógrafa free lance y artista visual, recoge en su último fotolibro, Peter, que presenta el próximo jueves en Murcia por la estrecha relación que tienen los únicos protagonistas españoles de la obra con la capital de la Región.

«Se enamoraron por flechazo a primera vista», asegura la autora. Debido a los problemas que podía tener Pavel si se quedaba en España por amor, Conchita decidió ir voluntariamente a Rusia con él. A pesar de esto, Carma Casulá conoció a la murciana como una «niña de la guerra» por el viceconsulado de San Petersburgo. La familia de Conchita la dio por muerta durante 31 años por las restricciones de la Unión Soviética.

La unión del matrimonio, durante casi 67 años, y la historia de sus hijos era tan poco común en la Rusia de esos años que televisiones locales decidieron documentarlo en varias ocasiones. Carma recuerda el día en el que los conoció y los entrevistó, la maravillosa escena que presenció: «Ver a una pareja que está hablando con las manos entrelazadas encima de la mesa y jugando con sus dedos, o sea, la imagen de amor aún con el paso de los años, con una ternura tremenda...», describe.

El matrimonio no lo tuvo del todo fácil, porque mucha gente no se creía que alguien por voluntad propia fuera a Rusia en aquellos tiempos y ella tampoco hablaba muy bien el idioma, por lo que la gente «optaba por darle de lado y no hablarle». Pero Casulá confirma que «ellos mismos dijeron que volverían a vivir todo porque estaban hechos el uno para el otro».

La presentación del libro se va a realizar en el Teatro Romea el jueves a las siete y media de la tarde. Al acto acudirá la hija de Conchita y Pavel, Tatiana. «Si lo único español que hay en todo el libro es murciano, ¿por qué no llevarlo a Murcia? Y, sobre todo, al lugar donde nació todo para esta familia. Es algo que hago desde el cariño; es devolverle en parte lo que ellos me han dado. Y tener la suerte de hacerlo en el Romea es como volver al inicio», asegura Casulá.

El libro

Peter es un proyecto personal gestado entre 2001 y 2015 en varios viajes a San Petersburgo; ciudad que cumple 25 años tras la caída de la Unión Soviética. En este fotolibro se hace un seguimiento de esta ciudad y, sobre todo, de su gente más anónima, planteando «un abanico social» a través de sus ciudadanos. Todo ello, a través de un doble hilo conductor «entrelazado y complementado», dice la autora: por un lado, uno más urbano, literalmente, que recorre la ciudad por sus calles y va captando sus atmósferas; y luego, la otra parte, «está más trazada por mis paradas, es más privada y se adentra en las casas, donde hago las entrevistas y así conformé otro mapa de la ciudad a través de sus gentes y de sus hogares».

«Cada persona en cada entrevista te habla de lo que le preocupa y de sus intereses. Junto a ello, se encuentran los retratos en forma de trípticos, es decir, la persona en el lugar más convencional junto con el espacio más íntimo (evocación mental que ellos tienen de su ciudad, si se van de allí a qué lugar irían primero) y su objeto más preciado (por ejemplo: si se quemara la casa qué sería lo que salvarían, el objeto que más les representa)», explica Carma.

Lo que empezó como un mero viaje personal y fotográfico, motivado por el 300 aniversario de la fundación de San Petersburgo, se convirtió, gracias a una beca FotoPress, en un proyecto fotográfico lleno de historias y trasfondo.