«Creemos que el protocolo no se siguió. Mi hija sufría acoso. Si alguien dice que no fue así, esta muy equivocado».

Así se expresaba ayer Joaquín García, padre de la niña de 13 años que el pasado martes se quitaba la vida en su casa de Aljucer tras años sufriendo bullying. Lo hacía en su domicilio, donde descansaba junto a su esposa, Mª Peligros. El pasado jueves incineraban el cuerpo de su hija, Lucía, en el Arco Iris de Murcia.

«La Policía nos ha pedido que les dejemos hacer su trabajo», señalaba Joaquín. Se muestra agradecido con los responsables del Grupo de Menores (GRUME), que ayer continuaban tomando declaraciones a miembros del entorno escolar de la pequeña. Como la investigación sigue abierta, aún no se ha remitido a la Fiscalía de Menores. De todas formas, si los acosadores tienen 13 años, la ley dice que no se les puede imputar.

«Estamos destrozados. Recordar cada vez la desgracia que nos ha ocurrido no nos ayuda», contaba Joaquín, junto a una mesa en la que se encuentra el retrato de su hija. En la pared destaca un cuadro que se hizo partiendo de una foto de la niña. Aparece una Lucía con una sonrisa en los labios y una corona de margaritas a modo de diadema en el pelo. El lienzo está fechado en 2016, y es el mismo que fue llevado al tanatorio donde parientes y amigos velaron a la menor el pasado miércoles.

"Me dijo 'mamá, no puedo más' y ahora está enterrada"

"Me dijo 'mamá, no puedo más' y ahora está enterrada"

Un velatorio -y posterior funeral-?al que asistían numerosos compañeros del que desde mayo era el instituto de la niña, el Cascales, en la capital murciana. Un centro que el jueves lucía en su fachada un crespón negro, colocado sobre la bandera de Murcia, que ondeaba a media asta.

En este sentido, los padres de Lucía dejan claro que están «muy agradecidos» con el trato que recibió su hija en el Cascales, centro al que llegó del IES Ingeniero de la Cierva, en Patiño, que es donde sufrió el acoso.

A este respecto, Joaquín García asegura que nadie del instituto de Patiño ni de la Consejería de Educación se ha puesto en contacto con él ni con su esposa tras la muerte de Lucía, ni siquiera para darles el pésame. «Los únicos que os habéis puesto en contacto sois vosotros, los medios de comunicación», hace hincapié el padre.

Destrozada ante el trato que recibía, «la única solución que ella veía era esa (el suicidio)», apunta Mª Peligros Menarguez, madre de Lucía. La mujer rompe a llorar cuando habla de su hija. Recuerda cuando encontró aquella carta en la que la niña hablaba de quitarse la vida. La adolescente contó su sufrimiento a sus padres, que le dieron todo su apoyo desde el primer momento y acudieron al centro de inmediato.

Mª Peligros rememora, entre lágrimas, cuando en el IES de Patiño le dijeron que «no veían motivos para cambiar a la chiquilla» de centro. «Decían que no veían acoso. Si ustedes no lo tienen que ver. Si la que lo esta sufriendo es mi hija», clama la mujer.

«Me dijo ´mamá, ya no puedo más´. Y ahora mi hija está enterrada», indica. Tiene claro «lo que mi hija ha pasado», y luchará para que haya justicia con Lucía y que no vuelva a pasarle a ningún menor. Mientras, los datos dicen que, tristemente, Murcia está a la cabeza del país en casos de acoso escolar.