«Lucía era una chica excelente y muy buena compañera. Lo que pasa es que tenía un corazón negativo. Hacía comentarios de que se iba a suicidar, pero yo creí que era lo típico de la juventud. No se peleaba con nadie, pero se relacionaba con poca gente».

Así se expresaba Ignacio, uno de los compañeros de clase de la niña de 13 años que el martes se quitaba la vida en su casa de Aljucer. La menor llevaba años padeciendo acoso escolar.

En el recreo del Instituto Cascales de la capital murciana -en el que la niña llevaba un tiempo escolarizada, tras pasar por el Ingeniero de la Cierva de Patiño-, compañeros de la adolescente comentaban lo sucedido. En la puerta del edificio se podía ver la bandera de Murcia a media asta. La enseña tenía puesto un crespón de color negro.

Una de las personas más afectadas por el fallecimiento de Lucía es Yessibel, una de sus mejores amigas. "Problemas mentales no tenía", deja claro la adolescente. "Era una chica muy buena, graciosa, pero tenía un pensamiento negativo y de querer suicidarse. Ese lado oscuro ella lo sacaba a la luz. No sé qué pasó, algo le pudo", hace hincapié.

Yessibel tiene claro que Lucía arrastraba los problemas desde que estaba en Patiño. "En este instituto (el Cascales) nos llevábamos muy bien todos. Me tenía a mí y a otra chica más como mejores amigas", destaca.

Lucía era la única hija del matrimonio formado por Joaquín y María Peligros. Desde hace años, venía sufriendo acoso escolar. Lo había contado y había pedido ayuda. Primero estudió en el instituto Ingeniero Juan de la Cierva, en la pedanía de Patiño, y desde ahí, debido a la situación, había pasado al Cascales, en Murcia. El acoso se venía produciendo, dicen sus allegados, desde la época del colegio. La familia tiene muy claro que Lucía decidió este desenlace para su vida porque no podía aguantar más.

Del caso se ha hecho cargo el Grupo de Menores de la Policía Nacional de Murcia (GRUME). Este departamento ha abierto una investigación y ya ha tomado declaración a los padres. Ahora, las indagaciones han de hacerse en el entorno educativo de la pequeña.

Sus allegados han asegurado a LA OPINIÓN que el acoso «lo lleva arrastrando desde el colegio. Y, luego, en el instituto, iban los mismos (acosadores). La cambiaron de centro, pero la cría ya estaba hecha polvo», contaban parientes carnales de la pequeña Lucía en el tanatorio, donde se velaba el miércoles su cuerpo.

Aseguran quienes estaban cerca de ella que estaba acomplejada porque la llamaban "gorda y fea".

Desde la consejería de Educación explican que tenían conocimiento del caso y que se había puesto en marcha el protocolo contra el acoso escolar para ayudar a Lucía. Tras hacerse pública la noticia de su suicidio, Educación ha enviado un comunicado lamentando la triste noticia y poniéndose a disposición de la investigación.