Otro año más, cientos de personas están poniendo todo a punto para recordar, el día 1 de noviembre, a sus seres queridos perdidos. Para conseguirlo, compran ramos de flores para decorar o reparan los desperfectos de las lápidas. Su objetivo es dejar en perfectas condiciones el lugar de descanso de familiares o amigos y para ello, cuentan con los servicios de floristas y marmolistas, quienes ven dispararse la demanda de sus servicios.

«En estos días podemos tener casi un 70% más de clientes con respecto a otros años», cuenta Paco de Palacio-Ruíz Lápidas. «Nos piden cosas de lo más variadas, desde rehacer las inscripciones de las lápidas hasta arreglar las jardineras. Nuestros precios dependen del tiempo y del material que necesitemos. Cada pedido es muy particular», aclara.

Son jornadas de máxima actividad para este sector y también de gran afluencia en los cementerios. Casi 25.000 personas se espera que visiten, de forma escalonada y con más cantidad de público los últimos días del puente, la necrópolis de la ciudad. Desde la administración del recinto han explicado que «se intenta facilitar la entrada de los vehículos hasta casi la propia fosa pero, cuando las zonas se colapsan, nos vemos obligados a ir cerrando las entradas y redirigir el tráfico. Hoy, por ejemplo, hemos tenido que cerrar el paso por la puerta oeste».

La media mañana, desde las 11 hasta las 13 horas, y después de la comida son las franjas horarias preferidas de los visitantes para acudir a la cita con sus difuntos.

Muchos esperan hasta el último minuto para comprar las flores para adornar las lápidas. «Las favoritas son siempre las margaritas, cuyo paquete no supera los 4 euros», señalan en una floristería. Otros optan por crisantemos que tienen un precio por unidad de 3-4 euros; claveles, desde 4 hasta 10 euros la docena dependiendo del tipo; gladiolos, en torno al euro; o rosas, hasta 26 euros la docena. «Los precios se mantienen cada año, puede incrementarse uno o dos euros con respecto al resto de meses, pero nada muy notable», aclara el florista.

Con un ramo en la mano, los más golosos aprovechan para disfrutar de los dulces de esta festividad: dátiles, pan de higo y garrope.

Tradición que año tras año pone a punto a la necrópolis, deja beneficios a comerciantes y un buen recuerdo a visitantes.