La Huerta de Murcia aporta a nuestro municipio un valor diferencial y único, entre otros factores, porque entre sus caminos y veredas descubrimos importantes y singulares espacios que contribuyen a dotar a la misma de un innegable capital patrimonial, cultural y paisajístico. Su conservación, preservación y promoción son objetivos que nos hemos marcado desde el Ayuntamiento, y es una de las principales actuaciones incorporadas al Plan de Acción de la Huerta que hemos aprobado y puesto en marcha.

No creo que nadie pueda considerar este territorio como un simple recurso folclórico y etnográfico o un área agrícola habitada. Ni siquiera como un modo de vida. Siendo todo eso, es mucho más. De ahí nuestra apuesta decidida por salvaguardar su riqueza urbana, social y ambiental. Todo ello, con el convencimiento de que la Huerta constituye en sí misma un entorno cultural con un gran pasado histórico que debe ser puesto en valor.

Para ello, hemos definido cerca de 200 actuaciones dirigidas a revitalizar, mantener y cuidar este territorio, que forma parte esencial de la identidad de nuestro municipio. Esta semana hemos tenido la oportunidad de exponer dos de estas intervenciones de recuperación del patrimonio histórico, concretamente, el Molino del Amor, en La Albatalía, y el Molino de Batán, en Zarandona.

El primero de ellos, construido sobre la acequia Mayor de Aljufia, está datado en el Siglo XVIII y, pese a su deterioro, aún conserva su estructura principal que puede ser recuperada. Por su parte, otra gran actuación que dispone de proyecto redactado es la adecuación del entorno del Molino de Batán, que se convertirá en modelo de una nueva forma de tratar estos espacios, de una manera considerada y respetuosa con su origen, sostenible y pedagógica.

Son dos acciones ya iniciadas a las que seguirán otras, con el nexo común de tratarse de construcciones asociadas a la red de riego que permanecen en diferente estado de conservación. Algunas han perdido funcionalidad y se encuentran en desuso, como molinos y construcciones amortizadas, mientras otras mantienen su utilidad como testimonios vivos en un proceso productivo que queremos proteger. Nuestra propuesta es recuperarlas e integrarlas en el entorno para su contemplación y reutilización.

No cabe duda que el patrimonio cultural de la Huerta es muy amplio y diverso. Está formado por elementos arqueológicos, industriales, construcciones religiosas, edificios civiles, viviendas tradicionales, rincones, cementerios, plazas, casas torre, caminos, carriles, acequias, paisajes,? pero también sistemas de elevación y distribución de agua, molinos, hornos, fábricas, iglesias, construcciones tradicionales, entornos paisajísticos, flora, fauna, etc?

Tenemos, pues, un espacio natural dotado de un enorme valor patrimonial, social y turístico, con una especial incidencia en el hidráulico relacionado con el Río Segura, la red de riego, los cauces y su producción agrícola, lo que a su vez ha supuesto la creación de un paisaje característico que queremos preservar.

Casas solariegas, casas torre y viviendas de corte tradicional, junto con árboles y arboledas, sotos y riberas del río Segura, caminos tradicionales, miradores y yacimientos arqueológicos también hablan de nuestras raíces y debemos ocuparnos de que permanezcan en nuestro futuro.

Hemos iniciado el camino para recuperar los molinos del Amor y del Batán. A ellos seguirán próximamente otras edificaciones como la Torre Falcón, en Espinardo, y el Molino de Funes o de las cuatro piedras, en La Albatalía, o la intervención paisajística en el antiguo Molino de La Pólvora, en la Aljufia.

Y seguiremos con otros proyectos que nos permitan recuperar, poner en valor y disfrutar de nuestro patrimonio cultural, histórico, medioambiental, etnográfico y paisajístico, desde nuestra convicción de que contienen un legado y riqueza que tenemos la obligación de perpetuar a generaciones futuras.