Mujeres fantasmagóricas que se aparecen en terrazas, una Virgen de piedra que inclina la cabeza para dar fe de la palabra de una muchacha burlada y un conjuro que, a día de hoy, pesa sobre el teatro más mítico de la ciudad: el Romea. No hay que salir de Murcia para que despegue la nave del misterio, que diría Iker Jiménez. Y es que esta ciudad alberga tantas leyendas que puede hasta organizarse una ruta turística para ver los emblemáticos lugares que son escenario de estas.

De hecho, se ha organizado. Hace unos días, la asociación Cachivache daba a conocer que, de cara al 7 de octubre, había preparado una actividad que se llamaba precisamente así, Ruta de misterios y leyendas de Murcia. La idea gustó tanto que ya no se hará solamente una ruta, sino que se harán cuatro en octubre.

Los lugares en cuestión están repartidos por el centro de la capital de la Región. Cómo no, su Catedral es un eje del misterio incuestionable. De padres a hijos ha ido pasando, por ejemplo, la historia de su famosa cadena -en la parte del templo que da a la plaza de los Apóstoles-, que no tiene principio ni final, y cuya perfecta ejecución le costó a su autor -dice la leyenda- que le sacasen los ojos, para que nunca más volviese a crear maravilla semejante.

La ruta incluye más historias. Estas son sus esencias:

La amenaza del fuego que pende sobre el Romea

  • Antaño, los frailes de Santo Domingo usaban a modo de cementerio los terrenos que luego se les expropiaron para ubicar el Teatro Romea. Dicen que eso no hizo precisamente gracia a los monjes, y desembocó en un mal augurio. Tres incendios serían, eso contemplaba el conjuro. El primero fue el 8 de febrero de 1877 por la noche, durante la representación de la compañía de Corominas de la obra Como empieza y como acaba. El segundo, el 10 de diciembre de 1899, por la tarde. Justo para esa noche estaba programada la obra Jugar con fuego. «Según la leyenda el tercero de los incendios tendrá lugar con todo el aforo de publico al completo y sus efectos serán devastadores, motivo por el cual, y desde el segundo de los incendios, siempre se dejan sin vender una o dos entradas», recuerda Benjamín Amo, escritor especialista en misterios.

El patíbulo de La Perla de Murcia, en Ronda Garay

  • «Arrepentida y santificada, ha entregado el cuello al verdugo y su alma a Dios», escribían los diarios sobre Josefa Gómez, ajusticiada por matar con veneno a su esposo y a una criada de sólo 13 años en 1893. Josefa -apodada La Perla porque así se llamaba su negocio, una pensión- dijo que no quería matar a nadie: que sólo usó la estricnina - una especie de veneno para ratas- para «quitarle los celos» a su marido, por consejo de un huésped de su fonda. «Yo no he sufrido nada comparado con lo que han de sufrir aquellos que no han querido de mi salvación». Es lo que cuentan las crónicas de la época que dijo Josefa Gómez justo antes de expirar. Unas palabras que fueron para el párroco de San Antolín, que la había consolado en su periplo judicial y, en última instancia, en el lugar de la ejecución. Hasta ese momento en el patíbulo, cerca del Puente Viejo, el indulto para La Perla lo había pedido hasta su verdugo. «Hay quien dice que todavía cada 29 de octubre en Ronda Garay, Josefa vuelve a sufrir su terrible y trágico final», recoge el libro Murcia, leyenda y misterio.

La cadena de la capilla de los Vélez de la Catedral

  • Está tallada en piedra caliza que procede de una cantera en la carretera que une Murcia con Cartagena, cerca del Puerto de la Cadena -que se llama así precisamente por eso-. Cuenta la leyenda que la hizo un mendigo que en realidad era un artista, y que la acabó en la Nochevieja de 1507. Tan bonita, tan nunca vista en la ciudad, que el marqués de los Vélez, en un arranque de egoísmo, decidió que aquel artista no tallaría nunca más algo así de bello para nadie. Así que mandó que le sacasen los ojos. Para asegurarse, dijo que también le cortasen las manos. Y la cadena se quedó ahí, para que murcianos y visitantes sigan paseando, alzando la cabeza y contando la leyenda.

La Virgen del Cuello Tuerto de La Merced

  • Todo empezó con un hombre mintiendo a una mujer. Un caballero que partía a la guerra prometió a una muchacha que, al regresar, la haría su esposa. Y ella lo esperó. Quizás en la guerra, este caballero perdió la memoria, o quizás el corazón, porque el caso es que, al regresar, negó haber asegurado nada a la joven. Claro que ella tenía un testigo: la Virgen. La talla de María ante la que él había jurado amor y hablado de un futuro en común. Cuenta la leyenda que la joven alzó la voz ante la imagen y le preguntó por su caso. « Se hizo el silencio en la iglesia, ninguno de los dos se atrevía ni siquiera a respirar. Entonces de repente, la Virgen inclinó su cabeza hacia ella y asintió. Quedando así el cuello torcido para siempre como símbolo de la mentira que había contado el muchacho», relata el blog Murcia Descalza.

Los lamentos de la casa encantada de San Eulalia

  • Otra historia de hombres malvados, este directamente un criminal. Todavía hoy en día hay quien se para, sobre la medianoche, en la plaza de Santa Eulalia y alza la vista hacia la terraza, con la inquietud de que aparezca la dama que es protagonista de esta leyenda. Era una dama de la nobleza. Se dice, se cuenta, se rumorea que uno de los hermanos Saavedra liquidó allí a su esposa por haberle sido infiel y, según la creencia popular, el fantasma de la dama se aparece en los tejados entre terribles lamentos.

Diego Alba, el primer campanero de la Catedral

  • Diego Alba le daba a la bebida y era campanero de la Catedral. Fue el primero, de hecho. Hablamos del año 1794. Los padres de Diego, que no le sacaban punta, lo mandaron con los frailes, y estos le encomendaron una tarea en apariencia sencilla: la de ocuparse de las campanas. Pero al chico le seguía gustando mucho el vino y no atinaba con el oficio. «Una noche subió al campanario para anunciar una novena a San Fulgencio. Allí arriba le estaban esperando las campanas. Diego no calculó bien por la chispera que llevaba y una de las campanas lo cogió, lo levantó y lo lanzó por la tronera. Salió volando y se estrelló contra el tejado de una de las casas de la calle Oliver. Una abuela dijo haber visto a Diego bajar volando a lomos del mismísimo diablo», cuenta el portal Descubriendo Murcia.

Cuatro noches mágicas en octubre

Según se podía leer en la página de Facebook de la asociación Cachivache, el gran interés que ha mostrado la gente al hacerse público que el 7 de octubre se llevaría a cabo la Ruta de misterios y leyendas de Murcia ha dado lugar a que la citada ruta se programe para más días. También hay leyenda en la fecha inicial elegida, el 7 de octubre -festividad de Nuestra Señora del Rosario y 7, el número perfecto, según Pitágoras-. Leyenda y aforo completo. Como completo está el siguiente día, el 8. De ahí que se haya decidido organizar más veces la actividad. Se prolonga a los días 14, 21 y 22 de octubre.

La visita tiene una duración aproximada de dos horas y cuesta 5 euros hacerla. Hace falta inscripción previa. Las reservas pueden realizarse con un correo a cachivache.asociacion@gmail.com o llamando al teléfono 660 82 65 61.

Comenzarán a las nueve de la noche. Para que se lleve a cabo es necesario reunir a un grupo de mínimo 5 personas, algo sencillo, dada la gran demanda que hay.