Un pelotón de unos 250 corredores atravesó, en torno a las dos de la tarde, la meta hinchable situada en Ronda de Garay, a la altura del hospital. Era el final de una ruta de 107 kilómetros con el marco incomparable de Sierra Espuña. Los valientes que se subieron al sillín pedalearon por El Palmar, El Cañarico, Casas Nuevas, Fuente Librilla, El Berro y Alhama de Murcia, en un recorrido de algo más de cinco horas que comenzó y terminó en el Reina Sofía. Se trata de la tradicional marcha cicloturista del centro sanitario, que este año alcanzaba su vigésimo primera edición entre música, buen ambiente y afán de superación.

«Mi padre, José María Pérez Belmonte, era trabajador del Reina Sofía cuando, hace 22 años, le dio un infarto -recordaba su hija Conchi, de la organización-. Para recuperarse, cogió la bicicleta y empezó a aficionarse a este deporte; hasta el punto de proponer a los jefes de servicio la organización de una marcha». Y pese a que su principal valedor se jubiló hace ya ocho años, el hospital sigue dando el do de pecho en esta clásica: «El hospital pone todo de su parte para que lo podamos organizar, nos paga una comida y hasta nos deja las duchas para que los ciclistas puedan asearse cuando termina la marcha».

Y es que, después del esfuerzo deportivo, es momento de relajarse, recuperar fuerzas y comentar lo vivido con el resto del pelotón. No faltó un aperitivo en los soportales del hospital que dan a Ronda de Garay. Allí, con algo para llenar el estómago, recordaron historias de otras ediciones. «El año pasado la hice sin riñones, y éste, recién trasplantado», confesaba José Ángel Cárceles, un fijo en esta prueba y que hace apenas ocho meses estaba en un quirófano. Quedó el último, «pero bien porque veía que el coche escoba no me pillaba», bromeaba. «Toda mi vida he estado vinculado al deporte, tenía asumido que iba a participar -después de la operación-. Hay que pensar que puedes seguir, que que te hayan trasplantado no significa que no puedas hacer nada», aseguraba.

José Ángel invitaba ayer a la gente a participar en esta carrera y a no perder las ganas de moverse: «Es una forma de animar a la gente que está en diálisis o que está trasplantada para que hagan ejercicio. A mí me ha dado por la bicicleta, pero cualquier deporte es bueno», sentenció.

Situación parecida atravesó Javier Martínez, de Torrevieja, que hace tres años tuvo que pasar por un trasplante de hígado, «y aquí estamos». «De joven hacía mucho deporte, pero luego lo dejé durante algunos años. Fue después de la operación cuando, para recuperarme, dije: 'Pues voy a hacer deporte otra vez'», algo que, reconoció, le ha ayudado mucho durante este tiempo.

Y como ellos, muchos otros pacientes del hospital, personal de plantilla del centro o simplemente aficionados al deporte. Pues el objetivo es demostrar que, con fuerza de voluntad, todos podemos.