Los adolescentes que tienen expectativas de llegar a la élite de un deporte ejercen más presión sobre sí mismos. Esto les puede conducir a una pérdida de diversión e ilusión debido a «la carga inevitable que acaban asumiendo», según Aurelio Olmedilla, psicólogo deportivo y director del Servicio de Actividades Deportivas de la Universidad de Murcia.

En estos casos, los jóvenes pueden llegar a dejar de obtener buenos resultados y, entonces, éstos no encajan con la exigencia autoimpuesta. Entran en un bucle en el que empiezan a sentirse atrapados, desciende su rendimiento y nace el síndrome de burnout o del «quemado».

La psicóloga señala que el deporte está muy profesionalizado, que los adolescentes lo ven como una salida laboral. Otra cuestión importante «es saber explicar el criterio del éxito y el fracaso en el deporte».