Latas. Pero no solo de pintura, sino de cerveza. El remedio por antonomasia para combatir el calor de los días de verano. La iniciativa ´12 meses, 12 muros´, puesta en marcha por la concejalía de Fomento -a través de la Oficina Municipal del Grafiti-, tuvo ayer una nueva parada, esta vez, en un entorno cercano a los orígenes del arte del aerosol. Cincuenta metros de muro fueron puestos a disposición de una veintena de grafiteros que tomaron sus bocetos para acampar durante la jornada de ayer en uno de los laterales de las antiguas cocheras de Latbus, un entorno que a muchos recordaba a los escenarios que vieron nacer a esta forma de expresión plástica en la Nueva York de principios de los setenta.

Pero no hubo trenes ni autobuses ´bombardeados´, todo iba «de legal». El proyecto, pretende restaurar a golpe de espray distintos lugares escogidos del casco urbano y pedanías de la ciudad. El auditorio del parque Fofó es uno de los espacios que, desde hace meses, lucen los trabajos de algunos de los mejores artistas de la Región; y este fin de semana le ha tocado el turno a uno de los laterales de la calle Morera. Pero, esta vez, los coches abiertos haciendo de equipo de música se han visto sustituidos por dj´s y mc´s con actuaciones en directo; el mobiliario urbano por un skate park improvisado, y los curiosos que se acercaban para ver el trabajo de los grafiteros, por verdaderos partícipes de la cultura urbana. Y es que, aprovechando el medio año del proyecto, se está llevando a cabo la que es la primera edición de la Grafiti Jam, en la que los virtuosos del espray no son los únicos protagonistas.

Talleres para iniciarse en el manejo del aerosol, exhibiciones de break dance y skate y hasta un stand de bodypainting para redondear una jornada dedicada a la cultura urbana. Aunque, sin duda, la música rap fue, junto con el grafiti, el gran referente de la sesión. El bombo clap se entremezclaba con el olor a pintura, el claqueteo de los botes al agitarse y la destreza de un beatboxer que enganchó el micro para refrescar el ambiente, pues la tarde lo necesitaba.

«No son las mejores fechas, la verdad», confesaba uno de los artistas que ayer ´exponía´ sus obras en las antiguas cocheras. Y es que, pese al buen rollo imperante entre la gente «del rollo» que allí se concentró, el calor pronto comenzó a hacer mella en la calle Morera. Los termómetros alcanzaron ayer temperaturas de hasta 40 grados, lo que unido a los vapores que emanaban de los aerosoles, hacía complicado pintar con continuidad. Para ello, el Ayuntamiento instaló carpas en las que grafiteros podían resguardarse del calor y refrescarte el gaznate, aunque los inventos para combatir el calor fueron varios: desde atarse la camiseta a la cabeza a modo de turbante, hasta incorporar una sombrilla a la escalera. «Lo que sea, pero yo mañana no vengo», comentaba un grafitero de Patiño que se apresuraba por terminar su pieza.

Y es que el sol fue ayer un arma de doble filo para los artistas. Por un lado, los 40 grados; por otro, la necesidad de aprovechar las horas de luz antes de que la noche impidiera continuar con sus piezas. Pero ni siquiera con la caída del sol se puso fin a la Grafiti Jam. Desde las ocho y media, un grupo de raperos se animaron a acompañar las bases que soltaba el dj para improvisar unos versos y despedir así una jornada empapada por la cultura Hip-Hop para propios y extraños, pues aquellos que desafiaron al calor para acercarse a la cita también se fueron con las manos manchadas de pintura. En otra de las carpas, los menos duchos en el aerosol podían probarse con el spray gracias a los consejos de los mejores grafiteros de la zona -como el alicantino Tom Rock, uno de los pioneros del arte urbano en España en la década de los ochenta- y a un muro de papel film que recogió las firmas de todo aquel que quiso. También hubo un puesto dedicado a los skaters en que el que decoraron tablas -una de ellas con un móvil incorporado- y hasta improvisaron nuevos skates, con rodillos de cartón y trozos de madera, en un ejercicio de equilibrismo digno de mención.

Hoy, muchos de los artistas volverán a la calle Morera para culminar sus obras, que terminarán de ´colorear´ las antiguas cocheras, que ya contaban con grafitis de exhibiciones pasadas en el resto de sus muros. Hay que tener en cuenta que cada obra lleva horas y horas trabajo, aunque con la tranquilidad que ofrecen eventos de este tipo -calle cortada para ellos, sin la presión de las autoridades- se trabaja mucho más ágil, aseguran. «Está muy bien. Nos dan muros, materiales... Es una buena iniciativa», comentaba uno de los participantes, que aseguraba a su vez que tenían libertad absoluta para plasmar sus bocetos en la pared: «Nadie nos ha pedido un diseño previo ni nada por el estilo. Simplemente nos llamaron para colaborar y aquí estamos».

Sin embargo, todo es mejorable y, para algunos de los artistas, el proyecto ´12 meses, 12 muros´ todavía tiene que «madurar» y piden a sus organizadores que se vuelquen con el mundo del grafiti, que se «empapen» de la cultura que lo rodea para mejorar este tipo de eventos; y, para ello, tienen clara la solución: «Que cuenten más con nosotros». Todavía quedan otros seis meses para terminar el proyecto -algunos menos castigados por el calor- para conseguirlo.