Le cogió de sopetón. No se lo esperaba y, aunque está contento, también tiene un sabor agridulce en la boca. El alcalde de Murcia, José Ballesta, ha nombrado Portero Mayor de la Alcaldía a un hombre que ya tiene 68 años a sus espaldas y que 45 de ellos los ha pasado trabajando en el Ayuntamiento. Es una mitad de 'los hermanos Parra', toda una institución en la Glorieta, donde estos gemelos han aprendido lo que es la vida: con su cara y su cruz.

A Paco Parra, el nuevo y único Portero Mayor del Ayuntamiento, este cargo le sabe más a distinción que otra cosa, ya que en la práctica no tiene atribuciones añadidas a sus competencias actuales, y que le recuerda que su otra mitad, Pepe, estuvo ostentando este puesto (lo nombró el que fuera alcalde socialista José Méndez) hasta su fallecimiento, lo peor que a Paco le ha pasado en la vida. «Estoy más triste que contento», explica a esta Redacción este funcionario que es uno de los más queridos en la Administración local.

En sus 45 años de funcionario ha trabajado con todos los alcaldes que han represetando a Murcia desde Miguel Caballero, el mejor regidor que ha tenido la capital, en su opinión, aunque a todos los califica de excelentes y maravillosos. «Don Miguel Caballero era un hombre de empresa y llevó esta administración como si fuera una empresa. Era un administrador excelente», relata el nuevo portero mayor sin darse cuenta de que su diagnóstico u opinión es lo que preconizan los gurús que, hoy día, intentan aportar soluciones para hacer más ágiles y efectivas a las corporaciones locales.

Esta parte de 'los hermanos Parra' entró a trabajar de ordenanza con el que fuera secretario del Ayuntamiento durante lustros José Luis Valenzuela Lillo, otra institución en la Glorieta, y «al que estaré agradecido siempre. Me hizo una entrevista y al día siguiente ya estaba trabajando. Estuve contratado ocho años y nos hicieron un examen restringido para entrar de funcionarios», recuerda el Portero Mayor, quien puntualiza que su hermano Pepe, al que nunca imaginó relevar, entró seis años después que él.

Además, ha sido acomodador del Teatro Romea durante 20 años, un trabajo que compatibilizaba con el de ordenanza de Alcaldía, y que le llena la memoria de buenos recuerdos. Aún se acuerda de una obra que le impactó: El diluvio que viene, un musical que hizo 90 representaciones en el teatro más importante de la Región. De acomodador ha compartido muchas noches y cafés con Mariano Norte, otro histórico del Ayuntamiento, que también ha sido Portero Mayor. Tiene muchas anécdotas en el zurrón, pero una que le emociona es el día que tuvo que ir al tanatorio a ponerle la bandera de Murcia al que fuera concejal de Bomberos Remigio López, que murió de una penosa enfermedad. Cámara ha sido el alcalde con el que más tiempo ha estado, al que define como «servicial» y al que le agradece «la humanidad que me demostró en momentos muy delicados».

Su secreto para estar 45 años con alcaldes sin tener ni un solo roce es bastante sencilla: seguir una línea recta, respeto y no meterse en política. «Mantenerte siempre en tu sitio», dice. Ve como «una vergüenza nacional» todos los casos de corrupción que están saliendo y se queda con lo bueno de la vida: ahora, su nieta Julia.