Los plenos municipales que preceden a las vacaciones y festividades varias huelen a Estrella de Levante y a 'aftersun'. Sobre todo si, como el de ayer, el Pleno se adelanta a su fecha habitual (últimos jueves de cada mes), con objeto de que lo político, es decir, la toma de decisiones de lo que más afecta a nuestras vidas, no interfiera entre las morcillas y los cafés de puchero. Lo prioritario es lo prioritario, no se me despisten.

En el Ayuntamiento pasa que el que piensa que manda manda menos que quien en realidad dispone. No diré, porque no lo sé, quién es en el Consistorio el que manda en realidad, y quién cree mandar por confusión. Pero es que ayer, y por enésima vez, al igual que en la Asamblea Regional, se puso de manifiesto el sin dios resultante de una oposición que legisla en bloque frente a un gobierno que ejecuta en solitario y en minoría. Se aprobó, por ejemplo, estudiar la remunicipalización de distintos servicios. Algo a lo que el PP se opone, pero tendrá que cumplir. La pluralidad era esto: gobiernos que no se forman y oposiciones que creen gobernar. Se coló ayer el Facebook y el Twitter en el debate, pues Muñoz (C's) pidió en una propuesta que los perfiles oficiales del Ayuntamiento fueran gestionados, no por personal eventual elegido por el PP, sino por funcionarios a los que se les presupone más objetividad. Estuvo Ayuso (PSOE) afilado cuando reprochó al equipo de gobierno: «No hay hacia nosotros por parte de los perfiles oficiales ni un 'me gusta'. Ni siquiera por caridad. Quien los gestione es muy profesional, porque nunca falla».

La moción salió adelante. Otra más. Ellos aprueban y tú ejecutas, aunque no te guste lo aprobado, que para eso eres el alcalde. Morales (Ahora Murcia) defendía retirar las placas con el nombre del exalcalde Cámara de los edificios públicos. Pelegrín (PP) agradeció a Tornel (Cambiemos) que aclarara un arcano: que Cámara presentó su baja del PP de forma voluntaria, y no suspendido como se publicó. Aunque, sobre todos los asuntos, el que centró la atención del Pleno fue la moción pro laicidad que presentó, con escaso éxito político, pero enorme mediático, el concejal Sergio Ramos (Cambiemos). Es curioso que haya vuelto a llenarse en este jueves de Ramos. De Sergio Ramos, se entiende.