Conocidos son los incendios que ha sufrido el Teatro Romea a lo largo de su historia. Menos conocida es otra desgracia que le aconteció en 1910: el hundimiento del techo.

Eran las 8:30 de la mañana aquel 13 de abril de 1910 cuando, sin motivo aparente, se desplomó el techo del Teatro. El derrumbe causó grandes desperfectos en la mitad del patio de butacas y fueron muchas las personas de la ciudad las que volvieron a sacar a la calle aquel rumor-leyenda, que dice que fue la maldición de un dominico (de la vecina iglesia), la que tiene condenado al mayor teatro de la Región.

Para los que no lo sepan aquella maldición se retrasa a los tiempos de la desamortización. Los terrenos en los que ahora se encuentra el Romea, eran posesión de los frailes de Santo Domingo. Les fueron expropiados y uno de los monjes, no muy contento con la situación, profetizó que el Romea ardería 3 veces. A la tercera, sería el fin definitivo del Teatro. De momento llevamos 2 incendios, crucemos los dedos?

Volviendo al desplome del techo. Por suerte no había nadie en el Teatro, evitando así la tragedia personal. Como es natural, el lienzo que decoraba el techo (pintado por Latorre y Medina Vera), quedó inservible en su mayor parte. Con posterioridad sería restaurado por el pintor Antonio Meseguer.

El arquitecto municipal tasó la reparación en unas 15 mil de las antiguas pesetas. Se realizaron algunas mejoras como la instalación de bocas de agua para incendios, se amplió el escenario y se restauraron los retratos.