Ha estado en la cofradía del Amparo desde niño. Cuando el 21 de marzo de 1986 nacía la institución, Pedro Ángel Galiano contaba con 10 años de edad y, ya entonces, fue ayudante del cabo de andas (su padre, Ángel Galiano). Desde los 17 años, y hasta la fecha, preside la comisión de Convocatorias.

¿Qué significa para usted la Semana Santa?

Es una forma de vivir. Desde que nací es algo que se me inculcó en casa y, además, para mí, el año no va de 1 de enero a 1 de enero, va de Viernes de Dolores a Viernes de Dolores. Vivo pensando en la procesión todo el año.

¿Qué tiene la procesión del Amparo (Viernes de Dolores) que la haga tan especial?

Tiene un encanto especial. Es la primera procesión en Murcia y esto hace que sea recibida con mucha ilusión. Además, el traslado del Gran Poder es una previa esperada por muchos. La procesión del Amparo tiene momentos muy emotivos y su recogida es única.

¿Qué metas se ha marcado en caso de ser elegido presidente?

Mi candidatura tiene tres cosas fundamentales. La primera, sería seguir con la claridad y transparencia con la que se ha llevado la gestión económica de la cofradía, algo que ha hecho que sea una cofradía bien vista. La segunda, formar un grupo de jóvenes que trabajen para desarrollar ideas nuevas; y la tercera, contar con todo el mundo, que todos aporten cosas. Para ello, son necesarias las nuevas tecnologías y trabajaremos para crear una web a través de la cual estaremos en contacto con los cofrades.

¿Cambiaría algo de la Semana Santa murciana?

Lo único que cambiaría es la educación de algunos nazarenos. Hay que apostar por la formación y recordar qué significa ser nazareno.

¿Qué mensaje transmitiría a los cofrades del Amparo?

Que tengan ilusión por la cofradía y ganas de seguir trabajando cada día por ella, porque el Amparo es de todos. Quiero que se sientan como en su hogar y el año que viene no se quede ninguna túnica en casa, porque el Amparo es un sentimiento.

¿Qué ha supuesto su padre (Ángel Galiano) para el Amparo?

Ha sido un todo. Desde la fundación de la cofradía, hasta el último día. Para mí seguir sus pasos es una responsabilidad muy grande. No quiero que me digan que soy mejor que él, pero tampoco quiero que digan que no he estado a la altura.