Sus fichas de registro de la Biblioteca Regional de Murcia los ha delatado. Cerca de 400 usuarios comparten residencia. No son vecinos en un bonito residencial con jardines y una gran piscina que, en su tiempo libre, se acercan a la Biblioteca para llevarse a casa alguna novela o consultar en los archivos de esta institución pública. Todos ellos comparten dirección: Carretera de Santa Catalina, 55, o lo que es lo mismo, el centro de acogida de Jesús Abandonado.

Cuando una persona no tiene nada, ni trabajo, ni dinero, ni casa, e incluso, ni familia, ¿qué puede esperar de esta vida? Hay quien lucha a diario por lograr pasar 24 horas de la manera más digna, porque, eso, la dignidad, es lo último que debe perderse. Desde siempre los ´sin techo´ han sido una realidad social, pero desde que comenzara el azote de la crisis económica, este sector ha ido creciendo. Buena cuenta de ello pueden dar las organizaciones e instituciones que trabajan para ayudar a estas personas. Entre ellas, la Biblioteca Regional, que, sin ser una ONG, ha hecho y está haciendo mucho por estas personas.

De estos casi 400 usuarios, la gran mayoría se ha dado de alta durante los últimos cinco años, tal y como destaca Vicente Funes, del Servicio de Información Bibliográfica y Referencia de la Biblioteca Regional. «Nos sentimos orgullosos de poder ayudar a estas personas, que acuden aquí a pasar el tiempo», explica Funes, a la vez que reconoce que desde que comenzara la crisis la presencia del número de usuarios de este tipo se ha incrementado.

Leer un libro, ver películas, conectarse a Internet y a la vez estar conectados con el mundo o con sus familiares, que a menudo residen en otros países. La Biblioteca se ha convertido en una vía de escape para estas personas que, a diario, peregrinan a su residencia de Jesús Abandonado para poder comer y dormir en condiciones.

Pero la Biblioteca Regional es algo más que un centro donde pasar el día. «Aquí están calientes en invierno y en verano no pasan calor; usan los aseos para adecentarse e, incluso, los cómodos asientos de la Comicteca para echar una cabezadita», comenta Funes, quien destaca que nunca han tenido ningún problema con ellos, ni se les ha impedido el paso, siempre que cumplan con las normas esenciales de convivencia, «y lo hacen», añade.

Quizá la vida los ha castigado sin una serie de cosas, pero hay quien, gracias a los libros, construye fantasías e historias que mantienen su mente a millones de kilómetros de la realidad que vive día a día; o hay quien la última dosis de esperanza la lanza sobre ese currículum que envía sirviéndose de los ordenadores y de la Red de la Biblioteca. Quizá ir al cine para nosotros sea un mero trámite, pero, ¿quién dijo que disfrutar de una buena película es algo destinado a unos pocos? La Biblioteca Regional les brinda una pantalla y buenas historias con las que escapar de todo. En definitiva, la cultura es de dominio público y, mientras existan instituciones como ésta, todos podremos sentirnos orgullosos de la labor altruista de quienes trabajan en la Biblioteca Regional.

Biblioteca Quitapesares: «Te quitamos las penas y tú se las quitas a otros»

´Biblioteca Quitapesares. Te quitamos las penas y tú se las quitas a otros´. Este es el lema de la campaña que inició en 2012 Vicente Funes, del Servicio de Información Bibliográfica y Referencia de la Biblioteca Regional, después de dar vueltas a la cabeza para idear una manera de poder ayudar a los más necesitados, porque la Biblioteca no es un centro de ayuda a personas en situación de pobreza, pero se va acercando poco a poco. Y, ¿qué es la Biblioteca Quitapesares? Muy sencillo. Una iniciativa con la que se ´perdonan´ las penas por retraso en las devoluciones de los préstamos de la Biblioteca a cambio de alimentos para las familias necesitadas. «Siempre ha venido a la Biblioteca gente necesitada, como un usuario más», comenta Funes, conocedor de que, a diferencia de la mayoría de ellos, estas personas, al irse de la Biblioteca, no tenían nada. La iniciativa ha conseguido que se recojan varias toneladas de alimentos, todos ellos van a Cáritas. Y tal ha sido el éxito que bibliotecas del resto de España han copiado la idea a la de Murcia.