La Asociación Alcohólicos Anónimos (AA) está de aniversario. Este año se cumplen 80 años desde que el Dr. Bill y Bob decidieron formar estos grupos para ayudar a las personas con problemas con el alcohol, una iniciativa que ya está operativa en todo el mundo. En la Región de Murcia hay 17 grupos de ayuda a alcohólicos y uno para los familiares y amigos -denominado AL-ANON­-.

Uno de esos grupos es Murcia 2000, que comenzó su andadura hace 15 años, y por el que han pasado un buen número de personas: unos han logrado el objetivo de estar sobrios, otros han recaído. Pero todos han encontrado una terapia que les ha permitido luchar contra esta enfermedad, como ellos quieren definir su adicción.

«El alcoholismo es una enfermedad; no se conoce, se camufla porque la bebida se considera una actividad social», comenta María Ángeles, quien lamenta que «cuando no puedes elegir y dependes del alcohol, nadie fuera de AA te da una solución».

Alcohólicos Anónimos celebra el próximo 10 de junio su Día Internacional, y en la ciudad de Murcia se ha organizado una jornada de puertas abiertas o información pública en la sede del Teléfono de la Esperanza (C/Ricardo Zamora, 8). Será a las 20.30 horas y tendrá lugar una mesa redonda en la que participará un médico, dos integrantes de AA y uno de AL-ANON.

En esta organización se sigue un programa de doce pasos, basado en tres reglas principales: Unidad, Servicio y Recuperación. Están de guardia las 24 horas por si algún compañero o compañera necesita ayuda o apoyo en un momento de su terapia y cada dos meses suelen hacer reuniones abiertas, para que participe cualquier ciudadano que esté interesado.

«Es muy importante que la gente se quite de la cabeza la idea de que esto es una secta, porque incluso yo, cuando vine pensé que me estaba metiendo en una. Pero nada más lejos de la realidad, esto es aconfesional», relata Jesús.

Otra de las cuestiones que quieren dejar clara es que tampoco reciben dinero de nadie. «Nos autofinanciamos, cada uno aporta el dinero que puede y con ello pagamos el alquiler del piso donde nos reunimos y nos hacemos cargo de los gastos que nos llegan», indican.

Nuu es una de las más nuevas del grupo. Lleva 5 meses y comenzó a beber a los 13 años, de forma social, los fines de semana con los amigos. «Pero yo no sabía parar y siempre me emborrachaba. Fui empeorando y ahora, ya con 44 años no quiero seguir así porque mi vida era ingobernable», explica. Lleva este tiempo sin beber y destaca que «no sólo he logrado tapar la botella sino tener un programa de vida». Se congratula de no haber perdido el trabajo, ni haber tenido problemas familiares, pero subraya que «no hay que esperar a tocar fondo para apuntarte al grupo; estoy muy feliz de haber venido antes».

A.R. asegura que ha sido durante 50 años «un déspota» por no querer dejar de beber, y recuerda que se ha estado escondiéndose y gastando en los últimos 15 años 80 euros diarios para cubrir sus necesidades, que incluían otras drogas. «Yo era politoxicómano, pero me sentía demasiado bueno para ir a ningún sitio para curarme», comenta. Fue la quiebra de su negocio y las presiones familiares las que finalmente le hicieron dar el paso. Lleva algo más de 2 años en AA y casi uno y medio sobrio.

Pepe pone el acento en la familia, «que también sufre como nosotros, van al mismo compás», y destaca el trabajo que la asociación «paralela» AL-ANON, hace con quienes se relacionan con alcohólicos, ofreciendo terapia y ayuda para llevarlo mejor.

En estos grupos suele haber gente de mediana edad hacia arriba, pero ya han recibido al primer miembro que sólo tiene 20 años. «Afortunadamente se dan cuenta de que tienen un problema y vienen», comentan.

Una de las claves de estos grupos es el anonimato. «Es muy importante que esté garantizado, porque a muchos nos da vergüenza ser alcohólicos», indica Sonia. De hecho, aunque algunos de los que hablaron con esta Redacción no se opusieron a salir en la fotografías, pidieron que su rostros estuvieran cubiertos o que sus nombres no fueran reales.

Llegué a beber el alcohol de farmacia y la colonia»

Rafa, de mediana edad, es uno de los que ha tocado fondo por culpa de la bebida. Lleva un año sobrio y «muchos» en AA. «Lo he perdido todo, el trabajo, mi familia, el carnet de conducir, mi autoestima, mi dignidad... yo estaba muerto en vida», explica. Rafa estado ingresado en varios centros y en un psiquiátrico pero no logró desintoxicarse del todo. «Esta enfermedad tiene sus fases; es crónica y progresiva, es muy fácil recaer y siempre vas a peor», comenta y advierte de las consecuencias de los botellones de los más jóvenes: «Hace poco leí que uno de cada cuatro termina siendo alcohólico».

Aquí encontramos una forma de dejar de sufrir»

Jesús sólo lleva 16 días en el grupo y desde que entró está sobrio. Ante todo quiere lanzar un mensaje «de esperanza para los que sufren en silencio» y les anima a incorporarse a la terapia. «Aquí encontramos una forma de dejar de sufrir y de dejar de ser siervos del alcohol, lo que es un descanso tanto para nosotros como para nuestras familias». Para Jesús, decir en alto «soy un enfermo alcohólico» le supuso quitarse un peso de encima y reconoce que «yo me planteo la vida cada 24 horas».

«La bebida fue un refugio para mis problemas»

Sonia es una de las veteranas del grupo. Lleva 16 años en AA y no quiere dejar el grupo porque no se fía de no recaer. «Sé que si vuelvo a beber lo haré desde el punto donde lo dejé e iré a peor», señala y recuerda que el alcohol empezó a ser un problema a partir de los 22 años. «Encontré un refugio para mis problemas; mi mente descansaba cuando bebía y las medicinas no ayudaban», relata, si bien quiere dejar claro que «detrás de una vida aparentemente normal yo vivía por dentro un infierno».

«El grupo llega donde no lo logra la medicina»

Llegó a Murcia 2000 hace 3 años y lleva dos sobria. María Ángeles tiene muy claro lo que ha supuesto el grupo para ella, el apoyo que se dan unos a otros. «Nos curamos entre nosotros; llegamos donde no logra llegar la medicina», apunta, resaltando que «todos somos iguales aquí». Pero la clave está en que «realmente desees recuperarte».