La nueva reforma de los estudios universitarios que ayer aprobó el Consejo de Ministros protagonizó el acto de celebración de Santo Tomás de Aquino en la Universidad de Murcia. A partir de ahora, las universidades que quieran podrán diseñar estudios de grado de tres años que luego los alumnos podrían completar con estudios de posgrado de dos años. Actualmente, los grados son de cuatro años y los másteres tienen una duración de uno por norma general. Es decir, se puede pasar de la estructura 4+1 a la de 3+2, mayoritaria esta última en los países europeos. Este cambio cuenta con el rechazo frontal del rector de la Universidad de Murcia, José Orihuela: «Si de mí depende, la UMU no hará el cambio», dijo de manera rotunda.

José Antonio Franco, rector de la Universidad Politécnica de Cartagena, tampoco se siente cómodo con la reforma, a pesar de que a sus titulaciones apenas les afectaría, ya que la estructura 3+2 sólo puede aplicarse a las titulaciones que no dan lugar a profesiones reguladas y las ingenierías quedarían fuera del cambio. Franco coincide con Orihuela en que la medida es precipitada y que se toma cuando aún no se ha hecho balance real de la implantación de los títulos que llegaron con la puesta en marcha del plan Bolonia.

Para ambos es un despropósito que haya universidades que puedan ofrecer «la misma titulación, con una duración diferente, con un nombre diferente y con diferente coste», apuntó Franco. Para los rectores de las universidades públicas, que cada universidad pueda hacer lo que quiera no puede ser positivo.

Además, se suma otra variante al debate, y es que la estructura 3+2 puede salir bastante más caro a los alumnos, ya que los estudios de máster son hasta tres veces más caros que los de grado y eso supondría un aumento del coste total de los estudios. «Teniendo en cuenta el nivel de especialización que ahora se requiere, el cambio tendría una repercusión económica negativa para los alumnos», aseguró el rector Orihuela, que opina que «si realmente se quiere hacer este cambio, debe venir acompañado de más becas y de mayor financiación para las universidades».

El consejero de Educación, Cultura y Universidades, Pedro Antonio Sánchez, aclaró ante los rectores que su intención es no desarrollar el decreto aprobado ayer y respetar en todo la autonomía universitaria. Eso sí, quiere que todas las universidades de la Región tomen la misma decisión para que no haya disparidad de criterios en la Comunidad y por eso anunció que la cuestión se debatirá en el Consejo Interuniversitario, en el que también está la Universidad Católica San Antonio (UCAM), a la que seguramente no será fácil convencer de que no implante titulaciones con el nuevo esquema.

José Luis Mendoza, presidente de la UCAM, confirmó a LA OPINIÓN en conversación telefónica que ya están estudiando «la posibilidad de que algunos estudios tengan este nuevo sistema». Considera Mendoza «que hay algunos estudios para los que puede ser más adecuado un grado de tres años y luego una especialización con uno o dos másteres». Eso sí, coincide con los rectores de las universidades públicas en que la reforma del Gobierno «es precipitada, porque llega cuando todavía la ANECA no ha terminado de evaluar el funcionamiento de los grados de 4 años, y nos gustaría que aún no lo hubieran tocado. Pero ya que lo han aprobado lo vamos a estudiar, quizá en algún nuevo título», aclaró.

Al margen del malestar por los cambios legislativos, que han provocado protestas en toda España, el acto de Santo Tomás, el más académico, mantuvo todas sus tradiciones. Los nuevos doctores fueron investidos, los estudiantes con mejores expedientes recibieron sus diplomas y los funcionarios con más años de servicio tuvieron su merecido reconocimiento. El catedrático de Psicología José María Martínez Selva pronunció la lección inaugural, dedicada al Miedo a la sangre, una fobia singular.

El acto acabó con la música de la película La vida es bella y el discurso del rector Orihuela, que dedicó sus palabras a la pelea de la universidad para conseguir que los presupuestos pudieran llegar a cubrir el total del coste de las nóminas del personal. La situación sigue siendo complicada, insistió, pero prometió trabajo e imaginación para cumplir con todos los objetivos que se impuso.