Parece que no hay dicho más certero que el de ´el tren no espera a nadie´ y ayer una familia murciana lo pudo comprobar en primera persona. La historia comienza a las seis de la mañana en la estación de El Carmen de Murcia. Allí, una mujer y sus tres hijos esperan el Talgo con destino a Madrid, que tiene que llegar desde Cartagena. La salida está prevista para las 6.10 de la mañana y en cuanto el convoy para en el andén la mujer y sus hijos comienzan la operación de subir las maletas de todos al tren. Son muchas, porque van a pasar una temporada larga en la capital y unos y otros bajan y suben del andén en varias ocasiones para acomodarlo todo. Y, de repente, en medio del trajín, las puertas se cierran y el tren comienza a andar con el hijo menor en el andén junto a unos cuantos bultos, ante el horror de la madre, que no podía creer lo que estaba pasando. Sus insistentes gritos no impidieron que el tren echara a andar y que el niño viera asustado e incrédulo cómo su familia se marchaba.

La mujer intentó por todos los medios que el personal de Renfe la ayudara, pero no le resultó fácil porque la primera respuesta que encontró es que el tren debía salir a su hora y no se podía parar. Su nerviosismo era tan evidente que otros pasajeros del vagón en el que viajaban se ofrecieron a ayudarla para conseguir que pudiera contactar con la estación de El Carmen y poder asegurarse de que su hijo estaba bien y no se quedaba solo. Pasó más de una hora y media hasta que la madre pudo hablar con el pequeño, según aparece en un escrito que los pasajeros del vagón escribieron para denunciar «el nefasto trato» que recibió la mujer desde que las puertas se cerraron. Aseguran estos pasajeros que las puertas estuvieron cerradas unos minutos con el tren parado y que ningún miembro de la plantilla atendió sus súplicas.

Agentes de seguridad de Renfe se ocuparon en primera instancia del menor, cuya custodia quedó después a cargo de la Policía Nacional. En el trasiego de comunicaciones entre el tren, la estación y la Policía Nacional se planteó que el niño cogiera un taxi para llegar hasta la estación de Albacete, opción que se descartó. Fue el resto de la Familia la que bajó en Albacete para volver a coger otro Talgo a Murcia y reencontrarse con el pequeño que, ajeno a la angustia de su madre, aguardaba tranquilo con los policías. Finalmente madre e hijo se reencontraron casi a las doce del mediodía, más de cinco horas después de que el tren los separara. Y por fin, todos juntos, esperaron que llegara el tren con destino a Madrid de la una del mediodía. Renfe asumió el coste de todos los billetes posteriores. Una vez con todo arreglado, la mujer reconocía el miedo que había pasado en los primeros momentos al ver a su hijo en la estación y comprobar que nadie atendía su petición de que parara el tren. «No podía articular palabra, me sentía muy impotente, estaba muy nerviosa», confesaba.

Fuentes oficiales de Renfe afirmaron que lo ocurrido ayer «es una excepción», pero que los trenes cierran las puertas «porque deben cumplir horarios». Una vez surgido el problema «el objetivo era garantizar la movilidad de los pasajeros, y así se hizo».