La tranquilidad del pequeño paraje de Cuevas del Norte, perteneciente a Sangonera la Verde, fue alterada ayer por dos perros de raza American Stanfford que, tras escaparse de la casa de sus dueños, atacaron con dureza a cuatro vecinos. La víctima más grave es Inés, una mujer de mediana edad. A ella fue a la primera que los perros atacaron y, según el relato de los vecinos, «le han arrancado parte de la cara y la pierna la tenía destrozada, estaba fatal», explicaba de forma arrebatada José, uno de los vecinos que acudió en su auxilio. Él no recibió mordeduras como sí les ocurrió a Antonio y Alfonso, dos cuñados que con sus varas trataron de ayudar a Inés y que también sufrieron heridas de diferente consideración. Fili, otra vecina que pasaba por allí e intentó, con piedras, frenar los ataques, también fue atacada por los dos animales. Los heridos fueron atendidos por ambulancias en el lugar de los hechos y trasladados al Hospital Virgen de la Arrixaca.

Todo ocurrió poco después de la una y media del mediodía. Los animales consiguieron escaparse de la vivienda de sus dueños -que dispone de terraza y algo de terreno- gracias a que hicieron un agujero por debajo de la valla que rodea la casa. Así lo explicó el propio propietario a los agentes de la Policía Local de Murcia que acudieron al lugar. El dueño, visiblemente afectado, no acertaba a dar una explicación a lo ocurrido cuando él y su mujer estaban en el trabajo.

Inés se encontraba muy cerca de la casa de los perros cuidando a unos animales que tiene. Los ladridos y los gritos alertaron a quienes se encontraban cerca. El ataque duró al menos quince minutos -el relato de los testigos es impreciso por los nervios del momento- y con piedras y palos consiguieron que los animales se fueran del lugar. Varias ambulancias del servicio de emergencias 112 acudieron al lugar. Poco después llegaron agentes de la Policía Local que encontraron a los perros y se vieron obligados a disparar a uno de ellos que se abalanzó sobre uno de los agentes con intención de atacar. Minutos más tarde, llegaba el dueño a su casa que, sin problemas, logró coger a los perros y volver a meterlos en su casa. Todos los vecinos tenían el miedo metido en el cuerpo; «con los niños que juegan por aquí, esto es muy fuerte», comentaban varios de ellos, que aseguran que en los últimos días habían notado a esos perros muy nerviosos cada vez que alguien pasaba cerca de la casa. Su dueño, que no podía casi hablar, aseguró que nunca han sido violentos.