La iluminación y la temperatura es lo que más energía consume y lo que hace que suba el recibo de la luz. Todos lo sabemos y, sin embargo, muchas luces se encienden antes de que realmente sean necesarias para ver y el aire acondicionado está mucho más alto de lo que realmente sería necesario para que la estancia tenga una temperatura agradable. La principal causa suele ser que desconocemos cómo actuar para ahorrar.

Para poner solución a esto el grupo de investigación de Sistemas Inteligentes y Telemática de la Universidad de Murcia, cuyo investigador principal es Antonio Skarmeta, ha desarrollado un completo sistema de inteligencia artificial que, gracias a sensores colocados en puntos estratégicos de la vivienda, consigue ahorrar energía por nosotros. Una tesis doctoral de Victoria Moreno Cano, investigadora de este grupo, ha demostrado ahora que el uso de estos dispositivos permite el ahorro de hasta un 29% de la energía que consume una vivienda.

Este sistema analiza al detalle toda la información de las costumbres de los habitantes de la vivienda o los trabajadores de una oficina y regula los aparatos eléctricos en función de estas costumbres, sin necesidad de que quienes utilizan el edificio tengan que hacer nada. «Los sensores permiten que las luces no se enciendan hasta que la necesidad de luz artificial sea real, porque en muchas ocasiones las encendemos sin darnos cuenta. También ocurre que al llegar a una oficina se encienden las luces de zonas que realmente no se usan durante horas. Lo que hace el dispositivo es procesar estos hábitos y actuar en función de la información que tiene», explica Victoria Moreno, ingeniera de Telecomunicaciones, cuyo trabajo dentro del grupo de investigación se ha centrado en el procesamiento de toda la información que recibe el dispositivo y que permite que finalmente actúe para ahorrar. Además, los sensores se ocupan de cuestiones como que cuando no hay nadie en las estancias las luces se apagan.

Uno de los experimentos para refutar el funcionamiento del dispositivo se hizo en una oficina bancaria y, tras un mes, se consiguió reducir un 23% el consumo. «En este caso se trataba de una oficina en una zona costera en la que la mayor parte del trabajo se concentra en verano, cuando tienen siempre la oficina llena y el aire acondicionado siempre funcionando», cuenta la investigadora, que asegura que el dispositivo consiguió que sólo manteniendo el aire a una temperatura constante de confort podía ahorrarse energía.

Estos aparatos ya se comercializan gracias a la empresa 'spin-off' creada por los miembros del grupo de investigación de la UMU y que permite que la transferencia de sus resultados a la sociedad sea casi inmediata. La empresa se llama Odin Solutions y en ella se pueden encontrar los dispositivos de inteligencia artificial desarrollados por este grupo, que trabaja desde hace diez años en este campo.

La inversión en este dispositivo se amortiza en una media de dos años, a partir de los cuales todo es ahorro. Hay que tener en cuenta que solo la iluminación y la climatización de una vivienda supone el 76% del gasto energético de un inmueble.

En realidad, como apunta la investigadora, la verdadera clave para ahorrar «es educar en el uso adecuado de la energía, y eso es lo que hace nuestro sistema, que demuestra que se pueden hacer mejor las cosas. De hecho, el propio usuario también puede implicarse en la gestión de la energía y permite crear su propia estrategia en función de sus necesidades. La investigación para la tesis doctoral le ha llevado cuatro años y su trabajo le ha valido una calificación sobresaliente cum laude.