Tiene Murcia, la Murcia deportiva, una deuda de agradecimiento con una persona entrañable, que hoy cuenta ya con 92 años de edad, y que en el mundo de la radiodifusión ha dado todo su corazón y entusiasmo, tanto en la retransmisión como en el comentario y la noticia. Fueron sus comienzos en el entorno del deporte, y en especial la retransmisión de partidos de fútbol, llevando hasta el radioyente toda la emoción descriptiva desde su exquisita voz. Cuando Matías Prats padre capitaneaba las ondas en el ámbito nacional, aquí, en nuestra tierra, un joven espigado, dotado de magnífica voz, lo hacía lleno de entusiasmo, aportando un estilo e impronta personal, digno de elogio y admiración.

Nacido en el seno de una querida familia asentada en el barrio del Carmen, nuestro querido amigo don Enrique Llanes Godínez necesitaba, más allá de su ocupación laboral, entregarse al mundo de las ondas radiofónicas que le apasionaban.

La puesta en escena con su voz siempre ha estado plenamente garantizada. Tenemos noticia de su intervención teatral, desempeñando un papel el El divino impaciente. Y ha sido su actividad larga y duradera, pues hasta hace muy poco tiempo, lleno de un altruismo sin límite, con un espíritu de juvenil entusiasmo, cordialmente transmitido a todos cuantos lo han conocido y conocen. Lejos quedan aquellos años, allá por 1960, cuando se inició Radio Juventud, compartiendo espacios con aquellos entusiastas profesionales más de 30 el equipo, unidos en la hermosa tarea de la comunicación radiofónica.

Su espigada figura, su presurosa manera de andar, competitivo, ágil y deportivo, su saludo siempre afectuoso, y su abierta sonrisa, siempre dispuesto para el encuentro cordial y para el coloquio, con esa hombría de bien que solo nace donde la sencillez y la nobleza se entroncan y funden en el crisol de lo auténtico.

Infatigable en su trayectoria, cuyo detalle a bien seguro nutriría un hermoso libro biográfico, en los últimos años, ahora, entregado en cuerpo y alma al amoroso y ejemplar cuidado de su querida esposa, buscaba y encontraba un hueco tan apetecido como necesario, como el agua para el sediento, para llegar hasta el micrófono, y en torno a sus amigos, regalar a los radioyentes con sus últimas citas en programas de radio, tales como los dedicados a la Edad de Oro, esa que él ya atesora en su dilatada y ejemplar vida, siempre dispuesto para darse a los demás. O aquel otro: ¿De qué hablamos?, en el que tuve el honor y la dicha de estar a su lado, con nuestros hijos y otros queridísimos amigos, haciéndose corto el espacio, por lo bien que lo pasábamos ante los micrófonos siempre abiertos para oír al maestro y sus impagables aportaciones. Decía al principio que la Murcia del deporte está en deuda con este gran y sencillo hombre, pero digo más, en la Murcia toda, desde el más anónimo radioyente hasta las más representativas instancias de nuestro entorno, los que tenemos y tienen la honrosa obligación de mostrar su respeto y reconocimiento, simplemente perpetuando su memoria. Él se lo merece. Nos decía el gran escritor González Ruano: «Las personas, tan solo cuando ya no están, alcanzan el valor de lo concreto».

Nuestro amigo Enrique Llanes Godinez está y nos está oyendo y leyendo, y bien merece que una calle o plaza en nuestra ciudad lleve su nombre, pero eso sí, con un micrófono grabado en relieve desde el que nos hablará siempre.

Un fuerte abrazo, maestro.