La Guía de uso no sexista del vocabulario de la Universidad de Murcia ha vuelto a situarse en el centro de la polémica después de que este fin de semana la Real Academia de la Lengua (RAE) publicara un informe en el que critica éste y otros ocho documentos similares elaborados por otras universidades y organismos públicos. Entre otras muchas cosas, la RAE afirma en su informe que, si se aplicara al pie de la letra lo que la guía afirma, no se podría hablar. A principios del mes de enero LA OPINIÓN sacó a la luz un duro informe que el departamento de Lengua de la Universidad de Murcia elaboró contra el texto. Entonces como ahora, Encarnación Serna, la directora de la Unidad para la Igualdad entre Mujeres y Hombres de la institución, defendió la necesidad de cambiar ciertos usos del lenguaje para dar visibilidad a las mujeres.

La RAE critica, como hicieron los lingüistas de la Universidad de Murcia, que su guía confunde sexo con género y que el uso de sus recomendaciones complica la comunicación y contraviene reglas gramaticales. ¿Sigue defendiendo la validez de su texto?

Por supuesto. El informe de la RAE deja patente opiniones tan válidas como las nuestras, pero con las que no estamos de acuerdo. ¿A quién hacemos daño si decimos la ciudadanía en lugar de los ciudadanos? A nadie y es perfectamente correcto.

Pero la RAE mantiene que ciertas recomendaciones de las guías suponen incoherencias gramaticales.

Las cosas hay que verlas en su contexto. El léxico del castellano es tan rico que es posible utilizarlo de forma que demos visibilidad a la mujer sin cometer incorrecciones. Repito, si en lugar de decir mis alumnos yo digo mi alumnado, no cometo ningún error.

Soldad Puértolas y otras mujeres están entre los académicos que han apoyado el informe.

Claro, y también hay hombres lingüistas que opinan lo contrario a lo que dice la RAE y muchos han colaborado para elaborar guías como la nuestra. Se trata de opiniones diferentes y yo respeto todas las opiniones, lo que pido es que respeten también la mía. Nosotros no somos radicales, no imponemos nada. Nuestra guía se limita a hacer recomendaciones y lo que no entiendo es que si yo no obligo a nadie a nada, ¿por qué me tienen que obligar a mí?.

El informe acusa a quienes elaboran guías de este tipo de no ser realistas, de recomendar el uso de un vocabulario que no se habla en la calle y que se queda limitado al lenguaje administrativo.

Nosotros elaboramos esta guía por las dudas que muchos compañeros nos hacían llegar sobre, por ejemplo, si podían decir ´jefa de servicio´ en lugar de jefe si era una mujer la que ostentaba el cargo. Esto es realismo puro. Ellos no son realistas y deberían revisar algunas de las definiciones del diccionario. Antes, cuando buscabas ´ingeniera´ en el diccionario aparecía «la mujer del ingeniero». Ahora, en ´ingeniería´ la definición es: «Actividad profesional del ingeniero». Pues yo lo que creo es que si también hay ingenieras habría que reflejarlo en el diccionario. Creo que si ahora la realidad social es que hay jueces y juezas, el lenguaje debe reflejar la realidad y creo que se debe decir jueza. El lenguaje nunca es neutro. Nosotros no somos talibanes del lenguaje, pero el idioma está vivo y evoluciona.

¿Ha notado un cambio en el uso del vocabulario en la universidad desde que se publicó en verano la guía?

Lo cierto es que sí, que se nota.