Las fiestas de Moros y Cristianos, para muchos murcianos, son de reciente creación, ya que la memoria colectiva alcanza hasta el año 1983, cuando se instauraron dichos festejos en la ciudad. Sin embargo, un acta capitular del ayuntamiento de Murcia datada en el año 1426, recoge los contratos a moros de otras localidades para desfilar en el desfile de Moros y Cristianos por las calles de la ciudad. Es por este documento por el que Ricardo Montes, cronista oficial de Las Torres de Cotillas, asegure que estas fiestas son las más antiguas de todo Levante.

Dicha teoría se recoge en su nuevo libro, Las fiestas de Moros y Cristianos. Raíces históricas medievales, en el que recopila todo lo relacionado con estas fiestas desde el siglo XV. Dicho libro se presentará mañana, a las once y media, en el Museo de la Federación de Moros y Cristianos, ubicado en el Cuartel de Artillería.

En su nueva obra Montes relata cómo eran los desfiles en aquella época, fiestas que se celebraban puntualmente y no anualmente como ocurre ahora. «Antes se llevaban a cabo esos desfiles por la llegada de algún comendador o el nacimiento de un príncipe, etc.», destaca el autor, quien recuerda que las fiestas desaparecieron en el siglo XVIII, aunque en 1943 se retomaron para festejar la conmemoración del paso de la Murcia mora a la Murcia cristiana, hecho que ocurrió en el año 1243. Además de la capital de la Región, Montes relata la celebración de estas fiestas en otros municipios como Calasparra, Caravaca o Abanilla, entre otros.

Asimismo, el libro presenta una crónica desde 1983 a 2011 sobre la visión de los medios de comunicación y todo lo que han recogido sobre las fiestas de Moros y Cristianos. Por otro lado, Las fiestas de Moros y Cristianos. Raíces históricas medievales también analiza «muchísimos errores» vinculados con esta tradición. Según destaca Montes, la convivencia entre las dos culturas «nunca fue buena, aunque ahora se quiera decir lo contrario». «En aquella época vivían separados y los pueblos se cerraban por la noche; no podía haber contacto entre moros y cristianos, bajo penas de 200 latigazos y la expulsión de la ciudad», añade el autor. Por último, el libro destaca todo lo relacionado con las armas usadas por aquel entonces.