"Me gusta bastante estudiar". Semejante afirmación por parte de una joven, no nos engañemos, a oídos de los sufridos padres hartos de escuchar referencias acerca de la ‘generación ni-ni’ y sucedáneos, puede parecer una utopía, un rayo de esperanza de difícil alcance e imposible recepción. Pero, Belén Sánchez López - Muelas, estudiante murciana, confiesa su pasión por los libros y el aprendizaje con la timidez desbordante y la ingenuidad de una chica que, gracias a su ‘afición’, consiguió, primero, el Premio Extraordinario de Bachillerato de la Región de Murcia en el centro IES 'Juan Carlos I', el cual la cita como «brillante alumna», para después, entrar en el selecto club de los doce alumnos regionales con las notas más altas del ejercicio de selectividad del pasado año. Además de las felicitaciones y el orgullo académico, ese triunfo suponía una nueva prueba, en esta ocasión, a nivel nacional, donde Belén tuvo que volver a enfrentarse a los libros, nervios y tensiones características de los exámenes. «Tuve que presentarme a tres pruebas, por un lado, Historia y Lengua y, por último, un examen de la especialidad de cada alumno, en mi caso, Biología. Fue como hacer dos veces selectividad». Y, entonces, llegaron los resultados. Un 9,03 de media le otorgaba automáticamente otro premio, en este caso, el Nacional de Bachillerato, gracias a una nota que solamente fue superada por otro de los participantes, con un 9,17. Cuestión de décimas.

«No es que me preparara especialmente para estas pruebas, lo cierto es que siempre he sido buena estudiante, pero sí que lo hice para conseguir una nota lo suficientemente alta como para poder entrar en la carrera que me interesaba, Medicina».

Y, evidentemente, lo consiguió. Belén Sánchez se encuentra cursando en la actualidad el primer curso de Medicina en la UMU, un cambio, el del colegio a la universidad, que en su caso, no está afectando demasiado sus logros académicos. «De momento, no me puedo quejar, las notas de este primer año no están siendo malas aunque, si que es verdad, que el cambio se nota», explica entre risas, como si, con su timidez, casi se disculpara por conseguir mantener su ritmo de buenos resultados.

Tiene claro que «la clave de todo esto es que, aunque pueda sonar raro, y no sea muy típico entre la gente de mi generación, me gusta bastante estudiar, no me cuesta trabajo, porque, realmente, disfruto». Y no, no es una ilusión, no es un sueño imposible, es la realidad de una chica a la que le gusta aprender y se lo pasa bien haciéndolo. Y no es la única. Más allá del 9,03, hay que quedarse con ese mensaje. Como hace ella.