La Policía Nacional dio el pasado fin de semana el segundo golpe a la prostitución en la Región de Murcia en menos de una semana con la detención del propietario del club de alterne Hoyo19, ubicado en la pedanía murciana Baños y Mendigo. El pasado cuatro de febrero LA OPINIÓN publicaba los detalles de una operación de la Guardia Civil gracias a la que se desarticuló una banda de proxenetas que operaba también en el municipio de Murcia y que obligaba a extranjeras a prostituirse en la calle.

La delegación del Gobierno informó ayer de que agentes de Policía y la inspección de Trabajo realizaron un control en el club de alterne citado que se saldó con la detención de su propietario por delitos de prostitución y contra el derecho de los trabajadores. Además, la Policía también identificó a seis ciudadanas extranjeras en situación irregular.

Las investigaciones sobre este club se iniciaron hace algunas semanas, tras un requerimiento expreso del Juzgado de Instrucción número Seis de Murcia para investigar la posible comisión de delitos en dicho establecimiento.

Una vez recabada la información necesaria, el pasado día 14 de enero, la Policía Nacional llevó a cabo un registro del local, donde comprobó que se ejercía la prostitución y que allí se encontraban trabajando 15 mujeres, seis de las cuales se encontraban en situación irregular en España.

La Policía ya ha empezado los trámites para los expedientes de expulsión del país.

Se trata del segundo golpe a la prostitución en poco menos de una semana, aunque la primera operación no se centró contra ningún club de alterne, sino contra una red de proxenetas. Entonces fueron detenidos tres hombres de nacionalidad búlgara.

Tal y como publicó este diario el pasado 4 de febrero, la visita a un centro médico de Murcia de una chica de 16 años y origen búlgaro, levantó las sospechas del personal sanitario que la atendió. La menor presentaba múltiples infecciones –entre ellas, una vaginal–, tenía hematomas por el cuerpo y estaba muy deteriorada físicamente, síntomas que hicieron sospechar a los médicos que era obligada a prostituirse. Los sanitarios informaron a la Guardia Civil de sus presagios y un equipo de Especialistas de la Mujer Menor (Emume) iniciaron una investigación en el marco de la operación Massai, que finamente se saldó con la desarticulación de un grupo delictivo dedicado a la explotación sexual de mujeres obligadas a prostituirse en la vía pública. Las muchachas estaban vigiladas en todo momento. Por la mañana, los presuntos proxenetas las trasladaban desde sus domicilios en la pedanía murciana de El Raal y en El Siscar (Santomera) hasta la pedanía de Cabezo de Torres, donde realizaban los trabajos sexuales durante el día. Al anochecer, dejaban a las chicas en la ciudad de Murcia, en el entorno de un centro comercial del barrio Infante, para que continuaran prostituyéndose, según fuentes del Gobierno.

En uno de los controles de la Benemérita los agentes comprobaron que una de las prostitutas sólo tenía 16 años, por lo que la trasladaron a un centro de menores. Días después, «cuando la joven fue perdiendo el miedo», según fuentes cercanas al caso, «decidió contarlo todo a la Guardia Civil». Los tres hombres detenidos les ofrecían en Bulgaria un trabajo y cuando llegaban aquí las obligaban a prostituirse con amenazas a ellas y a sus familias en Bulgaria.