La vida de Antonio Campillo empezó en el Camino del Badel, en el carril de Los Peretes, en Era Alta. Fue un 29 de junio de 1926. El sexto de los ocho hijos de una familia de huertanos. Su padre decía que se dedicaría a «vestir santicos», aunque al chaval, aficionado al modelado del barro, gracias a la intuición de su maestro de Primaria, acabó en la Academia de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, donde asistió a clases de pintura de Pedro Sánchez Picazo. En la Escuela de Artes y Oficios aprendió de Clemente Cantos, compañero de Planes en el taller de Anastasio Martínez, todos ellos figuras cumbre del arte murciano. Pero su gran maestro sería González Moreno. Campillo, que siempre encontró en la naturaleza y en la mujer su fuente de inspiración, tiene una vastísima producción de tallas religiosas, retratos, relieves y bronces, repartida en colecciones públicas y privadas.