El Tribunal Superior de Justicia de Murcia ha anulado, a instancias de la Fiscalía, el matrimonio entre dos hermanas -una de ellas se había cambiado de sexo-, que habían contraído matrimonio antes de conocer su parentesco. Según confirmaron fuentes del TSJ, el descubrimiento se produjo cuando se iba a proceder a inscribir el matrimonio en las fichas personales del Registro Civil de cada uno de ellos.

Fue entonces cuando uno de los funcionarios descubrió que los dos cónyuges -que oficialmente tenían distinto apellido porque uno de ellos había sido dado en adopción-, figuraban en el Registro con la misma madre biológica. Los contrayentes -que aseguraron desconocer esa relación hasta entonces-, mantuvieron sin embargo su intención de casarse.

Al parecer, una de ellas había sido dada en adopción de pequeña y las dos se reencontraron años después por casualidad. En ese tiempo, una de las dos hermanas había cambiado de sexo. Tras reencontrarse iniciaron una relación que culminó con una boda que, ahora, ha quedado anulada.

Un precedente en Galicia

El Código Civil es claro al respecto. En su artículo 47, el texto específica que no pueden contraer matrimonio "los parientes en línea recta por consanguinidad o adopción ni los colaterales por consanguinidad hasta el tercer grado". La legislación actual sólo permite casarse a tíos y sobrinos -con una dispensa judicial, eso sí-, y también es lícito el matrimonio entre primos. Hasta el año 1978, el matrimonio entre hermanos era considerado un delito penal y estaba castigado con penas desde los seis meses hasta los seis años de prisión.

Hoy en día, sin embargo, existe una tercera vía que se ha aplicado en casos similares. El más significativo -y mediático- sucedió hace casi diez años en la localidad gallega de Cambres. Allí, el alcalde creó un Registro de Uniones Libres e inscribió a Daniel y Rosa Moya Peña como los primeros hermanos pareja de hecho del mundo. Hoy en día tienen dos hijos naturales.

En su caso, al igual que sucede con las dos hermanas de Murcia, Rosa y Daniel fueron separados cuando eran apenas unos bebés. Ellos, sin embargo, fueron conscientes de su parentesco desde el principio, ya que Rosa y Daniel sí tenían el mismo apellido y en su DNI figuraban los mismos padres. Como la pareja de Murcia, desafiaron la sombra de Edipo y decidieron seguir adelante con su amor.