Lorca se prepara para el Jueves Santo más solemne

Quizá, fuera de las fronteras de Lorca o de la Región de Murcia, la Semana Santa de la Ciudad del Sol sea más conocida por la presencia de caballos, carrozas alegóricas o por los bordados en sedas y oro. No obstante, el recogimiento y la sobriedad también juegan un papel fundamental en la Semana de Pasión lorquina, especialmente de la mano de morados y encarnados.

Y eran precisamente estos pasos los que en la noche de ayer llevaban a cabo dos de sus actos más multitudinarios, es decir, la bajada del Cristo de la Misericordia por parte de unos, y la serenata a la Virgen de la Soledad por parte de los otros.

En el Calvario, la noche pertenecía al Cristo de la Misericordia, que la hacía suya al bajar, acompañado de decenas de penitentes, para encontrarse con el Smo. Cristo del Perdón a las puertas de la iglesia del Carmen, un acto del que la cofradía morada celebraba durante los últimos meses el 25º aniversario, y que congregaba a centenares de personas. Antes de la salida, la ermita del Cristo de la Misericordia se mostraba cerrada a cal y canto mientras decenas, cientos de fieles aguardaban a sus puertas la salida de Cristo Crucificado. Una rendija de luz entre los dos grandes portalones anunciaba el inicio del Vía Crucis Penitencial. Y, de nuevo, la más absoluta oscuridad, mientras sonaba una saeta.

Marcando el paso, un tambor guiaba a los Hermanos del Socorro, que con túnicas moradas iniciaban el periplo procesionil hasta la sede canónica morada. Iniciado en el año 2000, este Vía Crucis penitencial se ha convertido en una cita ineludible para propios y extraños debido a su sobriedad, y será complementado con la subida que se llevará a cabo esta noche tras el paso de la imagen realizada por Isabel Biscarri por la avenida Juan Carlos I entre las velas creadas para la ocasión.

De forma casi simultánea, en el barrio de San Cristóbal la pasión estallaba cuando, con los primeros minutos del Jueves Santo, la Virgen de la Soledad salía de la iglesia de la que la barriada toma su nombre para recibir el cariño de decenas, cientos de encarnados. Así, los seguidores de la Archicofradía del Smo. Cristo de la Sangre daban inicio al Jueves Santo, jornada previa a la Procesión del Silencio.

24 horas de pasión y recogimiento que, de nuevo, harán que ‘el Barrio’ se convierta en el escenario de la Pasión y muerte de Cristo, todo ello entre un silencio sepulcral y respetuoso, roto únicamente por los lamentos de las trompetas y el estruendo de los tambores, siendo uno de los momentos más emotivos de todos cuanto suceden en los días de pasión en la ciudad.

En el contexto de las celebraciones encarnadas, cabe destacar la incorporación de un nuevo manto de camarín para el ajuar de la Virgen de la Soledad. Elaborado con canutillo de oro, seda y pedrería sobre terciopelo negro, sigue el diseño creado especialmente por Miguel Lario, director artístico de la cofradía. El bordado, que fuera bendecido el pasado 8 de abril, era lucido por la Soledad en el encuentro encarnado llevado a cabo en la noche del martes. En este sentido, cabe destacar que los encarnados también estrenarán esta noche su renovada bandera, puesto que la enseña –realizada en 1959– ha sido restaurada durante los últimos meses en los talleres del Paso Azul.