Un canto de amor a la Semana Santa de Lorca en tres actos

Este viernes comenzaban de forma oficial los actos previos a la Semana Santa de Lorca de la mano de Inmaculada Jiménez, periodista, Directora Creativa del grupo Hearst y Directora Editorial de Harper’s Bazaar España, que tomaba el relevo del director y productor audiovisual Pablo Guerrero, a propuesta del Pablo Blanco.

En el transcurso del pregón, que este año se celebraba más temprano que nunca tras la decisión de modificar horario y fecha adoptada por las cofradías y el Ayuntamiento, el Pregón de Jiménez servía para dar inicio a los actos que a partir de este sábado, con los anuncios de encarnados, azules y blancos, llenarán de música y color las calles de la Ciudad del Sol.

Así las cosas, la periodista comenzaba su intervención con unos versos acerca del valor de la vuelta al hogar, una elección que marcaba el discurrir de un texto de clara inspiración poética, dividido en tres actos centrados en un tema común: el amor, que se imponía a otros como la capacidad artística, la profunda devoción, al rivalidad o la autenticidad que, según la pregonera, caracterizan a la Semana Santa lorquina.

De juventud, sereno y de madre. Estos eran los tres tipos de amor que exploraba Inmaculada Jiménez, imbricando detalles de su vida y vivencias alrededor de los Desfiles Bíblico-Pasionales con una representación magistral de lo que significa la semana más grande de año en Lorca.

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“Es la entrega apasionada a un color inmaculado, al orgullo de mostrarlo”, explicaba al respecto de las primeras vivencias cofrades, en contraste con la madurez, cuando “el amor ya no grita, sino que resuena en lo más profundo”. Justo con esas palabras comenzaba la pregonera su segundo acto, cuando hacía hincapié en el carácter simbólico y espiritual que también poseen las celebraciones de la Semana Santa de la Ciudad del Sol.

Una espiritualidad que convive en armonía con “esta superproducción de tintes casi Hollywoodienses”, donde “no hay lugar a la improvisación”, y que no sería posible sin los miles de personas que cada año “limpian, deshojan, rezan y gritan el fervor de una Semana Santa”.

“Es un fuego que arde con intensidad, capaz de derretir el hielo de la soledad y encender la chispa de la conexión” decía Jiménez acerca de la energía que se respira en Lorca durante la semana de pasión, culminando su Pregón con una oda a las madres que acompañan a los lorquinos desde cada una de las sedes canónicas de los pasos.

Como apasionada blanca, la pregonera reservaba el cierre para la Virgen de la Amargura, cuyo “manto bordado se erige como símbolo de la unión entre lo humano y lo celestial, un recordatorio de que incluso en la fragilidad de la existencia, hay un hilo de seda que nos conecta con lo eterno”.

“Y al final del camino, cuando miremos hacia atrás, veremos que el amor fue el hilo que bordó nuestras historias”, señalaba Inmaculada Jiménez, poco antes de terminar haciendo un llamamiento a la defensa de las tradiciones y de la Semana Santa como algo que “nos transforma, nos eleva, nos recuerda quienes somos y nos reconcilia con la grandeza de lo que representamos”.

De esta manera, Jiménez terminaba con un ¡Viva la Semana Santa de Lorca!, no sin antes identificar la propia Semana Santa y sus Pasos como actos de amor cerrando, casi de forma circular, su relato.