La Basílica de la Vera Cruz, el epicentro del Año Jubilar

El epicentro de este Año Jubilar ha sido la Basílica de la Vera Cruz de Caravaca y los miles de peregrinos que han llegado a la Ciudad Santa al encuentro de la Cruz.

El hermano mayor de la Cofradía, Luis Melgarejo, destacaba los peregrinos que han llegado a la Ciudad: «Ha sido un cambio en el modelo de peregrinos que llegan a la ciudad, especialmente utilizando los diferentes caminos de peregrinación». En este sentido agradecía «a todas las personas, voluntarios e instituciones que han colaborado en la celebración de este año tan especial».

En este año se han realizado cerca de 1.000 Estaciones Jubilares, desde la iglesia del Salvador. Más de 2.000 sacerdotes han participado en las diferentes celebraciones religiosas que se han celebrado en la Basílica de la Vera Cruz.

Siguiendo el mensaje que enviaba el papa Francisco, en un encuentro celebrado antes del Jubilar, donde ponía de manifiesto la importancia del perdón, se han realizado más de 700 horas de confesiones en la Basílica y cerca de un centenar de celebraciones en la explanada de la fortaleza, del casi millar de celebraciones que se han celebrado, entregándose más de 200.000 formas consagradas.

En cuanto los grupos, han sido más de 190 grupos internacionales de países europeos y también latinoamericanos, debido la influencia que tiene la Cruz en esta zona.

En septiembre de este año cerca de una treintena de hermandades y cofradías de la Vera Cruz de España llegaban a Caravaca para participar en la 39.ª edición de la Peregrinación Nacional. Más de medio millar de cofrades participaron en el encuentro, que partió desde el Templete, donde el vicario de zona, David Martínez, realizaba la Estación Jubilar.

Una vez que el grueso de la peregrinación llegaba hasta la lonja de la Basílica, se celebró la Misa del Peregrino, presidida por el obispo de la Diócesis de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, quien, durante su homilía subrayó que «es necesario que abramos los oídos y que sepamos escuchar, porque nuestra vida no es solamente colgarnos la insignia que significa soy de Cristo, sino que lo parezcamos, que se note en el testimonio de nuestra vida y en nuestro ejemplo».