Restauración

El Embarcadero del Hornillo de Águilas vuelve a tener vida

La estructura contó en su primera visita con 120 asistentes

Jaime Zaragoza

Fue en diciembre de 1970 cuando se cargó el buque Juan Nespral, el último navío que arrió amarras en el Embarcadero del Hornillo, cerrado definitivamente en 1973. Hasta este sábado, en el que se ha vuelto a abrir para ser visitado después de la restauración llevada a cabo en su primera fase, la zona más cercana a tierra.

Las visitas se pueden realizar todos los sábados previa inscripción en la oficina de turismo de Águilas. En esta primera ocasión fueron unos 120 los privilegiados los que pudieron volver a pisar la superficie del embarcadero, transportándose a principios del siglo XX, además de presenciar unas impresionantes vistas de la bahía del Hornillo, presidida por el propio embarcadero y la Isla del Fraile a levante.

Los visitantes no escatimaron en elogios hacia la infraestructura, su entorno y la restauración. "Me parece impresionante, fantástica y hacía falta”, comentaba una vallisoletana, que también recordaba su infancia bañándose junto al embarcadero. "Siento emoción, cuando has estado aquí bañándote con nueve años, cuando veníamos todos los veranos y disfrutamos de este paraje, siento mucha emoción".

Su esposo afirmaba que “me parece un gran acierto la restauración, va a ser un motivo más para visitar esta preciosa ciudad” quien quería “felicitar a la corporación municipal, es todo un acierto”. Otro de los primeros visitantes también comentaba que le “parece una maravilla la restauración, si no se hubiera hecho, se hubiera caído el embarcadero y es parte de la historia de Águilas”.

Con esta restauración se amplía el enclave museístico de la zona junto con los túneles de descarga que fueron musealizados en 2014, los paseos y senderos en los que se han convertido las vías por las que llegaban los vagones cargados de minerales.

Unos visitantes que quedaron impresionados de la obra que construyó la compañía Great Southern of Spain Railway Company, por iniciativa y según el proyecto elaborado por el ingeniero británico Gustavo Gillman, Domingo Muguruza y José Blanco. Con el objetivo de dar salida por mar al cargamento de mineral de la Sierra de los Filabres, entre ellas las minas de Las Menas (Serón) y Bacares.

La obra se inauguró un 18 de agosto de 1903, con la carga del buque Greatland, fue el primero de los 2548 buques que se cargaron hasta abril de 1936, con un total de 11.328 toneladas de mineral. Fue su época de más apogeo, llegando a ser considerado en aquella época como el segundo en importancia de España.

El arqueólogo municipal Juan de Dios Hernández destaca sobre el embarcadero que “hay un informe del Museo de la Ciencia de Cataluña que describe al cargadero, el Embarcadero del Hornillo, como único en Europa, por el sistema, no solo del embarcadero, sino el complejo de los túneles, el sistema de carga por los túneles a través de torvas y el acopio de mineral” comenta Juan de Dios Hernández.

Una obra que fue declarada Bien de Interés Cultural BIC en 2009 y que entra en la mar con una longitud de 178 metros y una altura de 12 metros, con unos sistemas de carga desde los trenes a través de torvas muy novedoso para su época. Construido con una base de bloques de hormigón en los que se asienta una estructura metálica formada por tres filas de columnas de hierro unidas entre sí por unos tirantes en forma de “cruces de San Andrés”.

Restauración

La primera fase de rehabilitación ha afectado al principio del embarcadero, la zona más deteriorada por la erosión del mar, una obra muy compleja, “pero los acabados son impresionantes”, ha comentado el arqueólogo municipal Juan de Dios Hernández, quien ha explicado que “se ha reestructurado todo, la estructura de hormigón, la plataforma superior, se han conservado las columnas principales, las vigas y las Cruces de San Andrés”. Unos trabajos que también ha deparado sorpresas, como "descubrir en las columnas después de 120 años el grabado de la empresa que las realizó. Una restauración que realizada para que "pueda durar no 100 sino 200 años más”, comentaba Juan de Dios Hernández. La edil de Cultura en funciones, Maido Simó, no dudaba al ver esta primera fase terminada en comentar que “se escapan las lágrimas, porque ha sido mucho trabajo, porque al principio eran seis meses, pero era el mismo embarcadero, sus elementos, el que iba a marcar el ritmo de trabajo, pero se ha hecho con todo el rigor y la sensibilidad que requiere un monumento”.

Una obra que ha ascendido a un millón de euros, financiados por una subvención del 1,5% Cultural, 750.000 euros que el Gobierno de España concedió al Ayuntamiento de Águilas, a los que hay que añadir 250.000 euros que aportó el consistorio costero, que ya ha anunciado que va a solicitar una subvención de 3 millones de euros al ministerio de turismo para que este BIC quede rehabilitado en su totalidad.