Sociedad

Los jardines de Huerto Ruano en Lorca acogen la celebración de una boda

El inmueble de 1880 se suma al catálogo de escenarios para enlaces por el cierre del Guevara

Los jardines del Palacete de Huerto Ruano durante la celebración de la boda, este fin de semana.

Los jardines del Palacete de Huerto Ruano durante la celebración de la boda, este fin de semana. / Teresa Cuadrado García

Los jardines del Palacete de Huerto Ruano eran este fin de semana escenario de una boda. El enlace, que oficiaba el alcalde, Diego José Mateos, se llevaba a cabo en torno a la fuente de la entrada principal del inmueble que se terminaba poco antes de 1880. El palacete, declarado Bien de Interés Cultural con categoría de monumento en octubre de 1993, se sumaba recientemente al catálogo de lugares donde se pueden llevar a cabo bodas civiles.

La decisión se tomaba después de que las obras de musealización del Palacio de Guevara obligaran al cierre del monumento, por lo que se suprimían las bodas en este lugar. La amplia demanda para la celebración de enlaces tras la pandemia llevaba al Ayuntamiento a la necesidad de buscar nuevos enclaves que se sumarán a la Sala de Cabildos de la Casa Consistorial y al claustro del antiguo convento de la Merced.

Los jardines del Palacete de Huerto Ruano podían utilizarse hasta el momento para la realización de reportajes fotográficos de bodas y comuniones. “Era muy necesario incorporar un nuevo espacio, porque en estos momentos únicamente contamos con el antiguo convento de la Merced y el Ayuntamiento, por lo que se determinaba sumar el Palacete de Huerto Ruano. Las bodas podrán celebrarse no solo en sus jardines, sino también en el interior”, afirmaba en declaraciones a La Opinión la edil de Cultura, María Ángeles Mazuecos.

El primer enlace sorprendía a los viandantes de la avenida de Juan Carlos I, pero también a muchos de los vecinos de los edificios más inmediatos. Alguno incluso captaba instantáneas del enlace desde sus ventanas y balcones o entre las rejas del jardín del palacete.

El Palacete de Huerto Ruano es la única edificación actual de la avenida de Juan Carlos I que no sucumbió a la construcción en altura. Se levantaba cuando aún la avenida principal, la de Juan Carlos I, estaba bajo la denominación de avenida de Espartero o Príncipe de Vergara. Fue construido por el aguileño Raimundo Ruano Blázquez.

El proyecto lo llevó a cabo el lorquino Arturo Navarro Alcaraz, discípulo de Arturo Mélida, arquitecto que participó en el monumento a Colón en Madrid y la restauración de la iglesia de San Juan de los Reyes de Toledo.

Cuenta con unos jardines históricos rodeados por una gran verja de hierro sobre un muro de piedra y una cancela enmarcada por dos pilares de cantería que originariamente mostraban sendas esculturas de la Industria y la Agricultura. Un pequeño estanque, reconvertido en fuente, presidía la entrada principal, donde había una escultura en piedra de un niño jugando con una oca del escultor lorquino Juan Dimas Morales.

Del edificio destacan sus dos torres octogonales y un frontón curvo. La planta baja es de piedra de sillería y el piso superior de mampostería. En el vestíbulo se sitúa una escalera imperial con baranda de bronce y balaustres de cristal. Dispone de un salón de estilo neonazarita con elementos cerámicos, inspirados en las yeserías de la Alhambra de Granada.

Los techos del vestíbulo y la escalera están ocupados por pinturas de Manuel Ussel de Guimbarda y Malibrán, que a partir de su estancia sevillana firmará sus obras como Wssel de Guimbarda, que realizaba en 1898. Ocho lienzos que representan alegorías de las Bellas Artes, Arquitectura, Escultura, Pintura y Música, y las cuatro estaciones del año, Primavera, Verano, Otoño e Invierno, que fueron restauradas tras su compra en el Taller de Restauración de la Escuela de Artes Plásticas del Palacio de Guevara dirigido entonces por el pintor lorquino Juan Jiménez Asensio.

En 1903 fue sucursal del Banco de Cartagena. En 1917 fue vendido al que fuera alcalde de la ciudad, Simón Mellado Benítez, y más tarde lo adquirió la familia Cachá que lo vendió al Ayuntamiento.