Semana Santa

La Soledad, por la vieja ciudad

El silencio envolvía el desfile en el que se dejaban sentir únicamente los golpes de las crucetas sobre la calzada

Bien entrada la noche la Virgen de la Soledad abandonaba la antigua colegial de San Patricio para recorrer la vieja ciudad. El último de los siete dolores de la Virgen, el de la soledad, lo expresaba la titular de la Hermandad de la Curia, Paso Negro, con el recogimiento que presenta la imagen de José Sánchez Lozano, continuador de la escuela salzillesca de imaginería y artista de sorprendente habilidad técnica que se prodigó en esta tipología pasionista.

El supremo dolor lo mostraba en un hondo y sereno sentimiento, con la cabeza ligeramente inclinada hacia abajo y la mirada perdida, lágrimas en los ojos y las manos sobre el pecho con los dedos entrelazados.

En silencio recorría la Plaza de España y se adentraba en la calle Santiago. Las primeras sombras de la imagen se reflejaban en los muros de la vieja iglesia de Santiago y poco después lo hacían en el Palacio de Villaescusa frente a la coqueta Plaza de la Hermandad de la Curia donde el soniquete del agua se dejaba sentir en su peculiar fuente con una cortina de agua y se respiraban aromas de su jardín vertical.

El serpenteo de calles llevaba hasta la Plaza del Ibreño y el Porche de San Antonio. Este es la única puerta que queda de la ciudad medieval. El lugar volvía a ser punto de encuentro de numeroso público atento al paso de la Soledad que era portada a hombros por casi una veintena de abogados, procuradores y funcionarios de la Administración de Justicia.

Históricamente eran los estudiantes de Derecho quienes portaban a la titular del Paso Negro. Muchos de los que la procesionan en estos días ocuparon esos huecos mucho antes de abrir sus despachos en la ciudad, como reconocía el propio decano del Colegio de Abogados de Lorca, Ángel García Aragón, que participaba de la procesión.

Salvado el Porche de San Antonio el cortejo, integrado por una representación de todas las cofradías de Semana Santa, transita por la calle Zapatería, desfilando ante el Convento de la Consolación de las Madres Mercedarias. La empinada cuesta de la calle Rojo ocupaba el tramo final del cortejo que cruza el arco de la calle Cava para llegar a la Plaza de España, último periplo del desfile.

En su transitar se dejaban sentir los golpes y arrastres de las crucetas de los mayordomos, como también las órdenes del capataz del trono. Un trono sencillo de andas que fue realizado por Esteban Jiménez, escultor de Baza. La Virgen de la Soledad lucía su manto negro bordado en oro y sedas que fue realizado en el taller de bordados del Paso Negro y que dirigió José López Gimeno. Están presentes los escudos de la Justicia y de Lorca, así como un medallón central bordado íntegramente en sedas y representando a Jesús.

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Este domingo la Virgen de la Soledad volverá a salir a la calle, aunque lo hará en su trono mayor, el que restauraron el año del terremoto los hermanos Serch. Lo hará para presidir la procesión de Domingo de Ramos, la de las Palmas, que representa la ‘Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén’. Y lucirá el manto que ideó para ella Joaquín Ruiz Guzmán, inspirado en motivos de la Capilla Sixtina. La pieza está considerada entre los mejores bordados. El cortejo lo completará un tercio de nazarenos con capas que asemejan a las togas que utilizan los profesionales del Derecho en los Tribunales de Justicia. El cortejo del Sábado de Pasión lo abría la bandera del Paso Negro, con varios medallones bordados en sedas con motivos barrocos y que fue realizada en 2007 bajo la dirección artística de José López Gimeno. Los ‘alguacilillos’, con las llaves de la ciudad y el escudo de la Justicia, también participaban del cortejo que se recogía bien entrada la noche en la colegial de San Patricio. P. WALS