Carnaval
Taconazos de vértigo y brilli brilli en Lorca
Plumas y trabajadas coreografías compartían el escenario de las calles con un guiño a la huerta
Plumas, muchas plumas, y lentejuelas y brilli brilli. Y, por supuesto, taconazos de vértigo. El desfile de Carnaval se profesionaliza con cuidadas y trabajadas coreografías que llevaban al público a no poder dejar de marcar el ritmo. Un millar de figurantes integraban las dieciséis comparsas, algunas con cientos de participantes, como la del colegio público Virgen de las Huertas. De nuevo volvían a dejar a todos con la boca abierta con sus ya clásicos temas que trabajan hasta el más mínimo detalle.
Abriendo su espacio, espléndidas ensaladas con tomates, huevos duros, queso, zanahorias… Detrás, pequeñas naranjas y limones y un grupo de pollitos recién salidos del cascarón con ojos saltones. Rodeándolos, espantapájaros y decenas de abejas que vigilaban apicultores que portaban cubos repletos de miel. El colegio Virgen de las Huertas hacía un guiño al lugar donde se sitúa en plena huerta lorquina. Macetas con mil flores de colores, una barraca y hasta ‘El tío de la avioneta’, que no cesaba de pegar empujones a dos nubes que amenazaban lluvia y tormenta.
Delante de ellos, un magnífico cuerpo de baile de la Universidad Popular, como también el de Maryelen resultaba llamativo, al más puro estilo flamenco. Y, detrás, la Musa con su grupo, el del colegio de Purias. Sus participantes llevaban curiosos tocados repletos de caramelos con mucho brilli brilli. Piruletas, esponjitas, huevos fritos… y dos carritos, uno de chuches y otro de helados.
Las mujeres de Campillo montaban una mercería con decenas de máquinas de coser, metros, tijeras, agujas, hilo y dedales. Y Coros y Danzas Virgen de las Huertas celebraba el año nuevo chino con un gigantesco dragón y con bailarines ataviados con la indumentaria típica de ese país y coreografías en las que los protagonistas eran abanicos que movían con una estela de tela de seda. No faltaba ni siquiera el gato chino de la suerte.
Las pequeñas de la Academia Revolution bailaban sin cesar. Sus bailarinas lucían una indumentaria muy vistosa con lentejuelas, plumas y volantes con tul, además de maquillaje acorde. Y la Peña La Chusma se trabajaba no solo sus trajes, espectaculares y diferentes, sino también la coreografía que rompía con lo tradicional. Botas altas, maillots negros, cadenas, perlas y faldas grises y cubriéndose sus caras una especie de malla que pretendía asemejar a la cota de malla de la época medieval. Príncipes y princesas montados en caballos de cartón.
Detrás, Edig Estudio de Danza, con atuendos en tonalidades oscuras y los brillos que aportaban collares de cristal. Y rockeros totales, el Gym Dance Carmen Franco, que acompañaban a la carroza del Momo. De Totana llegaba Salay Totana. Le seguía Corazón Latino y Bolivia, con atuendos del carnaval tradicional de sus países de origen.
Carmen Romero volvía a destacar con muchas plumas, lentejuelas y tocados que solo sus bailarinas saben manejar así. Y la Peña Andrue´s ponía en escena los atuendos quizás más carnavaleros de todos los que se exhibieron en el desfile con muchas plumas, lentejuelas y cuidadas coreografías.
El desfile lo cerraba la Asociación Cultural Virgen del Quinche, con atuendos tradicionales, y el grupo Alma que acompañaba a la Reina del Carnaval, Gema Reverte, con decenas de pequeñas y jóvenes vestidas con trajes en amarillo y fucsia y maquillajes y peinados que brillaban con reflejos dorados y de cristales.
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